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sábado, 12 de noviembre de 2011

Bonaparte, Washington y Chateaubriand

Tumba de Chateaubriand en Saint Malo
“mi cuna tiene algo de mi tumba, mi tumba algo de mi cuna”

Chateaubriand fue escribiendo sus Memorias de Ultratumba a salto de mata, “en mis momentos de ventura, he tenido que hablar de mis tiempos de miseria; en mis días de tribulación, describir mis días de dicha”, es lo que le da ese toque tan nostálgico, el describir cuando es embajador de Francia en Londres sus días de exiliado monárquico en la revolución, en la misma ciudad que ahora recorre en carroza antes pedía limosna para comer. Cuando escribe sus días de traductor muerto de hambre es justo antes de dar una cena al duque de York en la embajada veinte años después, un caminar en círculos frente al destino.

Chateubriand fue uno de los pocos personajes que conoció personalmente tanto a Napoleón Bonaparte como a George Washington. Al primero lo conoció, trato, repudió y admiró durante muchos años (su segundo volumen de las memorias está prácticamente dedicado a él) y al segundo lo conoció en Filadelfia en 1791 cuando recorría Norteamérica exiliado. Se presentó en su casa, la describe sencilla, sin pretensiones ni guardas en la puerta, una criada le abrió y le hizo pasar a una estancia donde apareció el Presidente, Chateaubriand le entregó la carta de recomendación firmada por el Coronel Armand (el marques de Roüerie) y le invitó a comer al día siguiente. Se habló de la revolución en la comida, Chateaubriand que sabía que esa orgia de sangre no era tan idílica no indica si dio su opinión. Es un vacío en sus memorias, despotrica contra los que veían en la revolución un nuevo paradigma, pero no escribe que es lo que le contó  a GW. En ese momento él no era sino un exiliado de segunda y para cuando fue alguien Washington había muerto y no le recordaría, se lamenta en pura vanidad el autor.

Una vez narrado su encuentro se decide en el siguiente capitulo, capitulo VII, de las Memorias a hacer un análisis comparativo de las dos figuras, está escrito en 1822, y modificado en 1830 y 1840. Es algo sobre lo que ha reflexionado mucho, es la historia de occidente en uno de sus puntos críticos, cuando todo pudo volver a empezar. Merece la pena reproducir sus lineas aunque sea  de forma abreviado, creo que la lucidez del personaje queda sobradamente demostrada. Touché.

“Washington no pertenece como Bonaparte, a esa raza que excede la estatura humana. Su persona no tiene nada de asombroso: tampoco ha conocido un vasto teatro de acción: no ha tenido que enfrentarse con los capitanes mas hábiles y los monarcas mas poderosos de su tiempo: no ha corrido de Menfis a Viena, de Cádiz a Moscú: se defiende con un puñado de ciudadanos en una tierra sin fama, en el estrecho circulo de los hogares domésticos…

Las acciones de Washington están rodeadas de un cierto silencio; actúa con lentitud; diríase que se siente abrumado por la libertad futura, y que teme comprometerla. No es su destino lo que dirige este héroe de una especie nueva: es el de su país; no se permite jugar con lo que no le pertenece; pero ¿qué luz va a brotar de esta profunda humildad? Id a ver los bosques en que brilló la espada de Washington: ¿qué encontrareis en ellos?, ¿tumbas? ¡no; un mundo! Washington ha dejado los Estados Unidos como trofeo en campo de batalla.

Bonaparte no posee ninguno de los rasgos de este serio americano: combate con gran alharaca en una tierra antigua; solo persigue crearse su propia fama; solo asume su propia suerte. Parece saber que su misión será breve, que el torrente que desciende desde tanta altura pasará rápido; se apresura a gozar y a abusar de su gloria, como si de una juventud fugaz se tratara. Al igual que los dioses de Homero quiere llegar en dos zancadas al confín del mundo. Hace acto de presencia en todas las costas, inscribe precipitadamente su nombre en los anales de todos los pueblos; ciñe coronas a su familia y a sus soldados, despacha rápido sus monumentos, sus leyes, sus victorias. Inclinado sobre el mundo, derriba con una mano a los reyes y con la otra abate al gigante revolucionario, pero al aplastar la anarquía, ahoga la libertad y termina por perder la suya en su ultimo campo de batalla.


… La republica de Washington subsiste, el Imperio de Bonaparte ha sido abolido. Washington y Bonaparte salieron del seno de la democracia: nacidos ambos de la libertad, el primero le fue fiel, el segundo la traicionó.

Washington ha sido el representante de las ideas, de las luces, de las opiniones de su época, ha secundado en vez de contrariar el impulso de los espiritus, ha querido lo que debía querer, la cosa misma para lo que era llamado: de ahí la coherencia y lo perpetuo de su obra.

Bonaparte podía enriquecer igualmente el dominio común… ¡cual sería el rango que ocuparía,…, si hubiera nombrado a la libertad legataria universal de su gloria!

Pero este gigante no vinculaba en absoluto su destino al de sus contemporáneos; su genio pertenecía a la edad moderna, su ambición era propia de los tiempos antiguos.“

3 comentarios:

  1. Muchas gracias por su visita y comentario. Acabo de comprobar que no salió el comentario que hice en su artículo del collar de los balbases. Pensé que se podría deber a la moderación de mensajes y que pudiera usted estar ausente, pero ya veo que no fueron esas las causas. Algo debí hacer mal. Venía a decir en él cómo valió la pena esperar a que saliera publicado su excelente artículo, que desconocía el episodio entre Alcañices y la reina y que siendo así lo sucedido entre ambos quizás conviniera desmitificar la figura de “doña Virtudes”, así la llamaban, menos virtuosa de lo que pudiramos creer por lo leído.
    Sobre éste de Napoleón, creo que la opinión de Chateaubriand está plenamente vigente. Y sin embargo, vea como Napoleón es un ídolo en Francia, en realidad fue rehabilitado muy rápidamente tras su muerte en Santa Elena, puede que el penoso resultado de la restauración tuviera algo que ver en ella. Un saludo.

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  2. Este post hay que leerlo con la sinfonia "Emperador" que Beethoven le compuso a Napoleon de fondo. Aqui el link:

    http://www.youtube.com/watch?v=yftk_cnbwKQ

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  3. Es interesante comprobar que las memorias van cambiando en el tiempo y con la percepción que se tiene en el momento que sea.

    Y un Bonaparte ególatra, enfrentado a un Washington temeroso de como iba a pasar a la historia según sus acciones. Que diferencia de personajes.
    Un saludo!

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