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martes, 31 de enero de 2012

Veinte años de caza mayor

Eduardo Figueroa Alonso Martínez (1899 – 1986), VII conde de Yebes, era el sexto hijo de Álvaro Figueroa y Torres, conde de Romanones, prohombre e imagen de la I restauración española. Eduardo a pesar de haber sido diputado con 24 años nunca se quiso dedicar a la política, estudio arquitectura y se dedicó por igual a la escultura y al canto de la sierra. En 1965 fue nombrado académico de Bellas Artes de San Fernando, al ser recibido pronunció su discurso sobre "La Escultura en la Arquitectura. Vinculación de la Academia de Arquitectura" contestándole el discurso Franciso Javier Sánchez Cantón.

Yebes en Gredos
Su nombre no habría pasado de ser una de esas figuras señoriales que todavía alguna voz recuerda en torno a chimeneas si no hubiese sido por su labor literaria y de dibujante. Es el quien le pone dibujos a El Solitario, la obra de Jaime Foxa Torroba (hermano del gran Agustin de Foxá), que narra las andanzas de un jabalí en la sierra y que constituye, en mi opinión y junto a Historia de una finca (de los Hermanos Cuevas), las dos obras señeras de la literatura de campo en España. Una en la sierra y otra en el cortijo.

Eduardo, seguramente con Bunting Teba la escopeta (rifle en este caso) más famosa de su época, escribió en 1939 el libro que le haría pasar a formar parte de la pequeña historia. Veinte de años de caza mayor. Lo escribió con motivo de que se cumplían 20 años del primer venado que mató, y es un tratado sobre el arte de la montería. Dedicado a su sobrino, héroe de guerra, y a su padre, está dividido en capítulos que abarcan absolutamente todos los temas relacionados con la caza mayor, desde zonas, modalidades, rehalas, monteros, todo ello impregnado de anécdotas personales, cuenta con la colaboración del duque de Arión en cuanto a las rehalas (inventor de la rehala moderna de a doce) y del conde de Villada (en cuanto a armamento).
El Conde de Teba en los Montes de Toledo (Foto: Ragel)
El libro es la prueba mas viva de lo que vino en llamarse la época dorada de la montería, que coincide con el reinado de Alfonso XIII, época en la que coincidió un numero muy alto de aficionados que por primera vez dedicaron tiempo y esfuerzos a hacer de esa afición una forma de vida. Por la fecha de redacción, publicado en 1942, no puede sino estar rodeado de nostalgia ya que todo el trabajo que se hizo entorno a esas sierras fue baldío, la república primero y la guerra después echo absolutamente por tierra el esfuerzo de todos esos años. A la hora de escribir el libro el autor no piensa que pueda a volver a ver lo que fue esa primera época dorada.
Yebes con un venado 
El tratado sigue siendo hoy el mejor libro de caza en español, difícilmente mejorable dado que tuvo el privilegio de ser prologado por José Ortega y Gasset, un prólogo de mas de 90 paginas filosóficas sobre la caza en lo que quizás haya sido el mayor contraste entre prologo y contenido, dando lugar a amantes y detractores de un Ortega metido a jara y trabuco, otros como Alfonso Ussia han considerado como dos obras separadas sin que una sea mejor que la otra.

Eduardo muchos años después publicó su diario de caza, titulado El canto de la Sierra con sus anotaciones y dibujos de toda una vida monteando, cuaderno en el que durante muchos años puso todo su cariño sobre la afición a la que dedicó su vida.

La tarde se muere. Allá abajo en lo hondo y muy lejos se sienten las esquilas de la majada que se dispone al reposo. Late un mastin barruntando lobo, y su bronco ladrido repercute, rebotando en las cumbres hasta apagarse a lo largo de la Sierra. Riscos de Villarejo (Gredos). Portillo del Esbirladero. 1941.

viernes, 20 de enero de 2012

Bertie

Eduardo VII con un venado
Bertie Saxe-Coburg and Gotha, Eduardo VII, el príncipe de Gales que más tuvo que esperar para poder reinar hasta Carlos de Inglaterra. El tío de Europa, el zar de Rusia, el káiser de Alemania, el rey de España, todos eran sobrinos suyos. Falleció en 1910 y no tuvo que ver como el mundo que conoció se desvanecía para siempre.

Aquí está con un bonito venado, imponente, majestuoso, con ese aura tan especial que desprende la corte de Saint James.


(Post dedicado a mi amigo Gatopardo, guardian de las esencias, compañero de pluma y batallas, siempre el primero en entrar en combate)

lunes, 16 de enero de 2012

Manuel Fraga Iribarne

Manuel Fraga frente a la estatua de Winston Churchill
No es Jimmy Alba (1939-45), ni Villaverde (1958-1972), tampoco Tamarón (1999-2004), quienes seguramente estarían más en consonancia con su forma liberal de pensar. Pero esta foto de Fraga frente a WSC tiene mucho simbolismo, fue embajador ante el Reino unido entre 1973 y 1975. La derecha española, la caverna, frente a la derecha europea. Tan alejada y a la vez tan cerca. Hoy lo vemos como historias del pasado, pero la de vueltas que se le tuvo que dar a todo para llegar a donde estamos, la cantidad de reuniones, citas, vidas sacrificadas en torno a conceptos que hoy se dan por discutidos y superados. 

Es difícil calibrar si Fraga lucho por la democracia o por su chaqueta, por seguir el ritmo de la historia. Alguien de principios o de oportunidades. Imagino que una mezcla de todo, poco democrático en su juventud y que con el paso del tiempo se hizo pragmático y acertó al intuir hacia donde iba a evolucionar el estado.

Fraga fue la derecha en España durante muchos años, por lo menos desde la muerte de Franco hasta que cede a Aznar el testigo. Una derecha en la línea de Antonio Maura o José Calvo Sotelo. Hombres de provincia, estadistas dotados con inteligencia y fuerza para hacer cosas. Les une con estos otros nombres el hecho de que nunca llegaran a consolidar su carrera y su legado, fueron en cierta medida la esperanza de España.

viernes, 13 de enero de 2012

Luna llena

Paisaje del campo de Montiel
Una sartén ennegrecida encima de la lumbre en la que se está friendo cebolla, R. echa unos huevos y espera a que estén un poco hechos para revolverlos. Hoy no tocan gachas, ni galianos. R. empieza a hablar, de forma alegre, contando su historia sin ningún pudor, entró a trabajar ahí hace mas de 36 años para el abuelo del actual propietario, un terrateniente de la zona que pisaba aquello una vez cada cinco años, luego trabajó para el hijo, todo son palabras de respeto y cariño hacia ellos. Le han tratado bien, aunque la cocina en la que actualmente guisa es parecida a la de los santos inocentes, parece sacada de un paisaje de Delibes.

Mientras saca la  sartén del fuego y la pone sobre una mesa sigue contando que actualmente no hay mucha caza, el año que entro él a trabajar se mataron casi mil perdices, desde que se prohibió la estricnina ha ido bajando el numero, ahora entre urracas, zorros y demás alimañas es difícil que se maten más de 80.

Cuenta que tiene una hernia del tamaño de un puño, que no se quiere operar, que a su hermano mayor al operarle le mataron. Le operaron de la hernia, le devolvieron a su casa, paso muy mala noche y le llevaron de vuelta al hospital de Manzanares, de ahí lo sacó un sobrino y lo llevo al de Ciudad Real donde falleció, los médicos de Ciudad Real le dijeron que en Manzanares le estaban dejando morirse. Sin más, sin hacer juicios ni reproches, esa es su forma de entender la historia. Así que prefiere malvivir con su hernia.

El círculo que le rodea en torno a la sartén está en silencio, asiente como dándole la razón, dándole la oportunidad de seguir hablando, el tinto de Valdepeñas también le anima. Con los ahorros de toda su vida montó un bar en su pueblo hace doce años, entre Ciudad Real y Albacete, camino de ninguna parte. Invirtieron 20 millones de pesetas, de los que tenían ahorrados doce, los demás los pidieron en la sucursal de la caja de ahorros, en dos años lo habían repagado. Lo montaron en mitad del pueblo en lo que antiguamente era la casa de sus padres.

Abren de seis de la mañana a once de la noche, cerrando sábado tarde y domingo. Cuenta que trabajan sus dos chicos además de su mujer. Que ya no es lo de los últimos  años en que lo tenían abierto todo el día y no paraban de vender, actualmente venden 90 desayunos todas las mañanas. Además de sus dos hijos en el bar solían trabajar dos camareras a tiempo parcial, ahora y a pesar de la crisis no encuentran a nadie en el pueblo, la gente del pueblo prefiere cobrar el paro que trabajar detrás de la barra. Él no lo entiende, lleva trabajando todos los días del año desde que era un crio, no entiende la nueva época, en su vida siempre que ha comprado algo tenía el equivalente en el bolsillo.


Salimos del cortijo medio en ruinas ya de noche, la luna llena clarea las encinas. Camino a casa reflexionamos en voz alta sobre lo oído, ese campo español profundo que todavía subsiste pero al que le faltan voces.