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viernes, 25 de noviembre de 2011

Winston Spencer-Churchill

Winston Spencer Churchill 
Paul Johnson traza en menos de doscientas páginas una breve biografía de Winston Spencer-Churchill. Es uno de estos biografiados a los que se ha dedicado tantas líneas, todas ellas merecidas, que a veces es difícil tener una visión completa del personaje. Seguramente sea el personaje más biografiado junto a Napoleón de la historia, y del que mas información tanto suya como de sus coetáneos existe. Las fuentes son infinitas, empezando por sus propias memorias en ocho volúmenes, hay miles de biografías disponibles y miles de libros de la segunda guerra mundial. Las de Roy Jenkins o Martin Gilbert de más de mil páginas son poco digeribles para el gran público. Por eso es tan interesante el breve semblante de este libro, asequible para cualquier lector.
1953 tres generaciones de Churchills vestidos para la coronación de Isabel II
La conclusión es que Winston Spencer-Churchill tuvo una vida muy plena, haciendo una breve síntesis en sus 90 de vida años fue 55 años miembro del parlamento, 31 años ministro, 9 años presidente del gobierno, participo en las dos guerras mundiales, una como primer lord del almirantazgo (equivalente al ministro de marina) y la otra como primer ministro del Reino Unido. Además de eso tuvo tiempo para escribir 10 millones de palabras (obteniendo el premio Nobel de literatura por ello), fue uno de los corresponsales de guerra mejor pagados, participó como soldado en 15 batallas, fue un buen cazador y un gran jugador de polo, pintó más de 500 cuadros, restauró una casa de campo y un jardín (Chartwell), tuvo una cuadra de caballos y mantuvo una vida social muy activa con miles de amigos y una gran familia. En su generosidad renunció a que la reina de Inglaterra le convirtiese en duke of London ya que su hijo tenía aspiraciones de entrar en los comunes y eso le habría condenado a la cámara de los Lores. Habría sido el segundo duque no de la familia real creado desde Wellington.

Churchill pintando en su casa de Chartwell
Así que el autor lo encara intentando explicar el por qué de un éxito tan arrollador. Como un segundón, fin de raza (su abuelo era el duque de Marlborough), mal estudiante, hijo de un padre fracasado consigue un éxito tan grande en todos los aspectos de su vida. Siendo un niño su padre pensando que no daría la talla y decide enviarle a Harrow en vez de a Eton ya que piensa que es un mal estudiante. Años más tarde WSC escribiría en dos volúmenes la historia de su padre, sintetiza Johnson diciendo que nunca un padre hizo tan poco por un hijo y un hijo tanto por su padre.
Blenheim Palace, casa solariega de los duques de Marlborough y lugar de nacimiento de WSC
Johnson después de diseccionar muy brevemente cada etapa de su carrera tiene un epilogo en el que intenta sintetizar las cinco claves que le convirtieron en un personaje tan único y completo en la historia del mundo. Creo que son 100% motivadoras y que pueden aplicar a cualquier persona, las pongo en ingles original proponiendo una traducción ya que no existe edición en español del libro.

1. always aim high (siempre apunta alto)
2. there is no substitute for hard work (no hay sustituto para el trabajo duro)
3. never allowed mistakes, disaster, accidents, illness, unpopularity and criticism to get him down
(nunca permitió que desastres, accidentes, enfermedades, errores, falta de popularidad y las críticas le deprimiesen)
4. wasted an extraordinary small amount of time on the meanness’s of life (perdió una extraordinaria pequeña cantidad de tiempo en las mezquindades de la vida)
5. absence of hatred left plenty of room for joy (la ausencia de odio dejó un montón de espacio para la alegría)
Winston Churchill con Coco Channel y su hijo Randolph

lunes, 21 de noviembre de 2011

El final de la escapada (II)

Continuando el post que anunciaba el final de la escapada de Rodríguez Zapatero (ver post), en el que intentaba dar una visión independiente sobre el adiós de un Presidente de Gobierno que está a punto de abandonar el poder, quiero hoy, en la reflexión de las elecciones intentar ver más allá de unos simples resultados ya adelantados. Me gustaría analizar aunque fuese en unas pocas pinceladas la responsabilidad de quien nos va a gobernar e intentar situarlo frente a la historia, analizando el síndrome Godoy y la falta de hombres de estado en los momentos claves de nuestra historia. 
Manuel Godoy retratado por Francisco de Goya
El síndrome Godoy

Gil de Biedma “De todas las historias de la Historia la más triste sin duda es la de España porque termina mal”  o Quevedo “Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes, ya desmoronados” parten de esa visión evidentemente pesimista de nuestro destino como nación. Viendo en perspectiva a la gente que nos ha gobernado frente a otras grandes potencias uno no puede sino lamentarse de que en los momentos clave nunca tuvimos al líder adecuado. Es lo que siempre he llamado el síndrome Godoy,  en el momento más decisivo de la historia de España, cuando en Europa hay una revolución y aparece de la nada un hombre como Napoleon dispuesto a arrasar el mundo antiguo nos tocó sufrir seguramente al político más inútil, ambicioso y corrompido de nuestra historia mientras que en Inglaterra tuvieron a un Wellington capaz de vencer y convencer. Esto no es un hecho aislado, podríamos comparar a todos los espadones del XIX con los políticos ingleses o a Azaña frente a Churchill y tantísimos otros ejemplos.

El infante Baltasar Carlos por Diego Velázquez
Hay cosas de mala fortuna o de providencia, como los casos del Infante Miguel (en el que se habrían juntado en el siglo XV todos los reinos peninsulares bajo dinastía portuguesa) o del Infante Baltasar Carlos (con el que se apaga la esperanza de la dinastía austriaca) dos autenticas esperanzas de España cuya muerte temprana tuvo una dimensión mayor de la esperada. Pero hay un problema intrínseco español a la hora de crear líderes adecuados, Zapatero en ese aspecto es continuación de una saga histórica de dirigentes no capacitados para el cargo. Hay que buscar la causa del problema en sociología, teoría de elites, academias, universidades y mil cosas más, no creo que haya una razón sola pero cuando un  hecho se resume a lo largo de los siglos por algo será. 

¿Será Rajoy el presidente que necesita España?

España se encuentra en un momento crítico y necesita de un líder capaz de arreglar y corregir muchos de los errores cometidos. Está en juego la consolidación de un régimen y el papel que va a jugar España en la unificación europea. El punto de partida no es bueno, a la hora de analizar a los dos principales candidatos que se han presentado es desolador ver que ninguno de ellos habla idiomas, ninguno ha vivido fuera, solamente han trabajado en política tanto ellos como todos sus equipos y llevan estando en la política activa casi 30 años. Personajes casi decimonónicos que son parte del sistema y es preocupante porque es precisamente el sistema lo que se debería de arreglar.

Por su parte los males que arrastra España son todos una consecuencia del desgaste mismo de la democracia del 78, son males que en cierto sentido estas personas han ayudado a crear y que no sé hasta qué punto están capacitados para arreglar. Para mí y sin que el sentido del orden lo sea de importancia serian la deslegitimación y falta de preparación de la clase política, la creación de una casta cerrada a la competencia y al merito, la pérdida del nivel de la educación, una economía demasiada relacionada con el trafico de influencias, el excesivo peso del sector público, el flojísimo nivel intelectual de los periodistas, el desgaste causado por los separatismos, la corrupción a nivel autonómico y local, la destrucción de buena parte del patrimonio histórico español, el papel de España en Hispanoamérica, y un largo etcétera.

Los pactos de la Moncloa
En conclusión todo está muy relacionado con la pérdida del sentido del talento y del esfuerzo, todo es mass media, todo es rápido, no hay tiempo para la reflexión, el análisis. Es necesario que sobresalga el esfuerzo de nuestras mejores cabezas. La vida política dominada por el amiguismo y el clientelismo ha ido invadiendo espacios, impulsando la mediocridad más allá de lo permisible. Y eso es lo que no deberíamos haber dejado que ocurriese.

La labor de este nuevo parlamento que se ha convocado es que intenten responder a las necesidades de un país que está más que harto de perder la ilusión por los nuevos regímenes, que lo que necesita es trabajo, superación y una estabilidad que desde hace 200 años no ha sido capaz de mantener. La responsabilidad de Rajoy es que 2011 no pase a la historia como otro 1867 o 1920, puntos históricos en que el desgaste de la clase política acabó desencadenando cambios de regímenes y la caída de la monarquía. Por el bien de España y los españoles esperemos que el hombre al que el 48% de la población ha apoyado esté a la altura de la historia.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Bonaparte, Washington y Chateaubriand

Tumba de Chateaubriand en Saint Malo
“mi cuna tiene algo de mi tumba, mi tumba algo de mi cuna”

Chateaubriand fue escribiendo sus Memorias de Ultratumba a salto de mata, “en mis momentos de ventura, he tenido que hablar de mis tiempos de miseria; en mis días de tribulación, describir mis días de dicha”, es lo que le da ese toque tan nostálgico, el describir cuando es embajador de Francia en Londres sus días de exiliado monárquico en la revolución, en la misma ciudad que ahora recorre en carroza antes pedía limosna para comer. Cuando escribe sus días de traductor muerto de hambre es justo antes de dar una cena al duque de York en la embajada veinte años después, un caminar en círculos frente al destino.

Chateubriand fue uno de los pocos personajes que conoció personalmente tanto a Napoleón Bonaparte como a George Washington. Al primero lo conoció, trato, repudió y admiró durante muchos años (su segundo volumen de las memorias está prácticamente dedicado a él) y al segundo lo conoció en Filadelfia en 1791 cuando recorría Norteamérica exiliado. Se presentó en su casa, la describe sencilla, sin pretensiones ni guardas en la puerta, una criada le abrió y le hizo pasar a una estancia donde apareció el Presidente, Chateaubriand le entregó la carta de recomendación firmada por el Coronel Armand (el marques de Roüerie) y le invitó a comer al día siguiente. Se habló de la revolución en la comida, Chateaubriand que sabía que esa orgia de sangre no era tan idílica no indica si dio su opinión. Es un vacío en sus memorias, despotrica contra los que veían en la revolución un nuevo paradigma, pero no escribe que es lo que le contó  a GW. En ese momento él no era sino un exiliado de segunda y para cuando fue alguien Washington había muerto y no le recordaría, se lamenta en pura vanidad el autor.

Una vez narrado su encuentro se decide en el siguiente capitulo, capitulo VII, de las Memorias a hacer un análisis comparativo de las dos figuras, está escrito en 1822, y modificado en 1830 y 1840. Es algo sobre lo que ha reflexionado mucho, es la historia de occidente en uno de sus puntos críticos, cuando todo pudo volver a empezar. Merece la pena reproducir sus lineas aunque sea  de forma abreviado, creo que la lucidez del personaje queda sobradamente demostrada. Touché.

“Washington no pertenece como Bonaparte, a esa raza que excede la estatura humana. Su persona no tiene nada de asombroso: tampoco ha conocido un vasto teatro de acción: no ha tenido que enfrentarse con los capitanes mas hábiles y los monarcas mas poderosos de su tiempo: no ha corrido de Menfis a Viena, de Cádiz a Moscú: se defiende con un puñado de ciudadanos en una tierra sin fama, en el estrecho circulo de los hogares domésticos…

Las acciones de Washington están rodeadas de un cierto silencio; actúa con lentitud; diríase que se siente abrumado por la libertad futura, y que teme comprometerla. No es su destino lo que dirige este héroe de una especie nueva: es el de su país; no se permite jugar con lo que no le pertenece; pero ¿qué luz va a brotar de esta profunda humildad? Id a ver los bosques en que brilló la espada de Washington: ¿qué encontrareis en ellos?, ¿tumbas? ¡no; un mundo! Washington ha dejado los Estados Unidos como trofeo en campo de batalla.

Bonaparte no posee ninguno de los rasgos de este serio americano: combate con gran alharaca en una tierra antigua; solo persigue crearse su propia fama; solo asume su propia suerte. Parece saber que su misión será breve, que el torrente que desciende desde tanta altura pasará rápido; se apresura a gozar y a abusar de su gloria, como si de una juventud fugaz se tratara. Al igual que los dioses de Homero quiere llegar en dos zancadas al confín del mundo. Hace acto de presencia en todas las costas, inscribe precipitadamente su nombre en los anales de todos los pueblos; ciñe coronas a su familia y a sus soldados, despacha rápido sus monumentos, sus leyes, sus victorias. Inclinado sobre el mundo, derriba con una mano a los reyes y con la otra abate al gigante revolucionario, pero al aplastar la anarquía, ahoga la libertad y termina por perder la suya en su ultimo campo de batalla.


… La republica de Washington subsiste, el Imperio de Bonaparte ha sido abolido. Washington y Bonaparte salieron del seno de la democracia: nacidos ambos de la libertad, el primero le fue fiel, el segundo la traicionó.

Washington ha sido el representante de las ideas, de las luces, de las opiniones de su época, ha secundado en vez de contrariar el impulso de los espiritus, ha querido lo que debía querer, la cosa misma para lo que era llamado: de ahí la coherencia y lo perpetuo de su obra.

Bonaparte podía enriquecer igualmente el dominio común… ¡cual sería el rango que ocuparía,…, si hubiera nombrado a la libertad legataria universal de su gloria!

Pero este gigante no vinculaba en absoluto su destino al de sus contemporáneos; su genio pertenecía a la edad moderna, su ambición era propia de los tiempos antiguos.“

domingo, 6 de noviembre de 2011

El collar de los Balbases


Ambrosio Spinola retratado por Velazquez en la Rendición de Breda
En el 350 aniversario de la muerte de Carlos II me gustaría escribir sobre la lealtad  y hablar de la increíble historia de los Spinola, una saga milenaria que sirvió a la corona española durante muchos siglos. Ambrosio Spinola decidió, jugándose su fortuna, servir a Felipe III. Fue un gesto propio del final del feudalismo, de una Italia que se le quedaba pequeña. Se necesitaban economías de escala hasta en lo militar. Fue uno de los últimos grandes militares con los que contó la monarquía católica. La victoria de Breda, retratada por Velazquez en el cuadro de las Lanzas, le muestra con una perla recibiendo las llaves de la ciudad. Ambrosio, nombrado marques de los Balbases y duque de Sesto por Felipe III en 1612 decide que cada nueva generación añadiese una perla al collar. En el siglo XVIII cuando muere Joaquin Spinola y de la Cueva, el collar como sus titulos los hereda Manuel Miguel Osorio y Spínola, entroncando así con la casa de Alcañices.
Ines Silva-Bazan, madre de Pepe Alcañices, con el collar de los Balbases  por Madrazo

La historia del collar llega hasta Pepe Alcañices (1825-1909), alcalde de Madrid y principal responsable de la I restauración borbónica. Cuando la reina Maria Cristina, segunda esposa de Alfonso XII, ve en el cuello de su mujer el famoso collar le pide a su marido el rey que le regale uno igual. Alfonso XII se lo promete cuando diese a luz un varón y le encarga a su amigo Alcañices que se ocupe de copiarlo. La leyenda cuenta que cuando Alfonso XIII nace (que nació póstumo) Pepe va a entregárselo a la reina, pero no le da una copia sino el original.

La reina una vez muerto su marido hace llamar a Pepe a quien le pide cuentas por unas transferencias que había a su nombre de parte del rey, y que no eran sino pequeñas compensaciones para restaurar el daño causado a su patrimonio por el ingente esfuerzo de la restauración. Pepe sabía que era venganza, ya que la reina le culpaba en parte de proveer de mujeres a su marido lo que deterioró su frágil salud, así que le ofrece de sus bienes los que quiera para compensar, la reina elige el ducado de Sesto con todas sus propiedades. Infringiéndole la mayor humillación y privándole de sus propiedades italianas que venían de ese primer Spinola que decidió defender Flandes para la corona. Pepe Alcañices, una de las mayores fortunas de su época, muere medio arruinado por haber servido a su rey. Puede que el collar original fuese compensación también por estos tejemanejes de la reina. Pepe Alcañices se retiró a un medio exilio cortesano sin decir nunca a nadie nada de ello.
Palacio de Alcañices en la Plaza de Cibeles (derruido debido a la ruina de Pepe Alcañices)

Hasta aquí hay gran parte de leyenda, queda claro que el collar desaparece del patrimonio de los Alcañices / Balbases, y se convierte en una leyenda por aclarar. Alguien podría pensar que los Osorio desde entonces arruinados por su monarquía decidirían darle la espalda a los hijos de esos Borbones. Pero no es así, un bisnieto nacido 9 años después de la muerte de Pepe Alcañices llamado Beltrán Osorio (en honor de Beltrán de la Cueva) fue jefe de la Casa Real durante todo el largo exilio de don Juan (quien le entregó por sus servicios el Toisón de Oro), siendo una de las piezas claves del exilio de Estoril y contribuyendo de forma significativa a la II restauración borbonica. Sirvió tanto al nieto de Maria Cristina en el exilio que el ABC cuando falleció en Febrero de 1994 le otorgó una portada con el siguiente epígrafe sacado de las coplas de Jorge Manrique.

Después de puesta la vida
tantas vezes por su ley
  al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
  verdadero;
después de tanta hazaña
a que non puede bastar
  cuenta cierta,
en la su villa d'Ocaña
vino la Muerte a llamar
  a su puerta,
  diziendo: "Buen caballero...
Portada del ABC anunciando la muerte de Beltran Osorio
Esta es una historia bonita de una familia que, ante todo y durante muchas generaciones, ha servido principalmente a España en la figura de la monarquía. El collar es una anécdota que dice mucho de la diferencia en la forma de entender la monarquía española comparada con la británica o la francesa (Philippe Egalité como paradigma de la traición), donde desde mediados del XVII ya hay aristócratas liberales que abogan por un control del poder del parlamento sobre la corona.

Lo extraordinario del caso español es que han sido un grupo de familias constantes a lo largo de muchos siglos quienes han contribuido de manera muy destacada tanto a mantener, como a restaurar a esa monarquía. Este tema merecería un análisis muchísimo mayor, y en gran parte sociológico sobre como es posible el conseguir esa lealtad de una clase hacía una dinastía. Es impensable en Inglaterra una historia similar, y aunque es verdad que no ha habido nunca un exilio que pagar, el comportamiento de una raza de españoles es la definición de una lealtad no solamente no correspondida sino en muchos casos completamente ignorada.