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martes, 19 de octubre de 2010

Tiempo de otoño y meditación

De que huimos cada día, de una sombra, de tus propios miedos, observando la eternidad como vacio en un cuarto. Sin querer sufrir, convertido en el hombre del abrigo gris. Un whisky con hielo. Buscando un perfil medio, sin arriesgar. Cobarde como tú solo sabes serlo, egoísta conservador, frio calculador.

Meses viendo un teléfono sin valor para llamarte. Tiempo de otoño y meditación.

viernes, 8 de octubre de 2010

De Intelectuales y Escritores

Leí hace poco en una de esas columnas soporíferas de Anson que el periodismo había sido el gran género literario del siglo XX al igual que el teatro en el XVII, el ensayo en el XVIII y la novela en el XIX. Anson era partidario de defender el periodismo como literatura lo cual es una opinión que se puede tener en cuenta de una manera más en serio o en broma, cada cual como prefiera. De hecho él ha conseguido sentarse en la Real Academia.

El periodismo es fascinante, es la transmisión de la realidad, lo que más puede influir a una sociedad de masas y el medio que tiene la gente para conocer el escenario. Este ha de ser limpio y objetivo, o al menos eso es lo que alguien le pediría de forma que a partir de él puedas formarte una opinión. Además de la inmediatez, la otra característica fundamental que lo define es la periodicidad. Siempre hay que producir, rellenar. Aquí pierde parte interés, no hay capacidad para rellenar siempre y si es así el nivel decae. Es evidente, no somos tan listos como para producir sin descanso y decir cosas interesantes.

Pero lo que me interesa es la repercusión, la autoridad de un periodista o de un escritor a la hora de hacer juicios de valor. ¿Qué sabe un periodista o escritor sobre la historia? Muy poco, no porque no hayan dejado de leer sino porque no se les exige un estándar mínimo para publicar, simplemente se pide que el texto este bien escrito, no lo tienen que defender y la repercusión que del mismo se pueda tener sólo llenara el cubo de basura de mañana. ¿Su opinión tendría que ser tenida en cuenta? Seguramente no pero no por ello la gente deja de reproducir sus palabras como si amparándose en ellas aquello a lo que se refiere cobrase más valor.

Escribo todo esto por la polémica entre Cercas y Marañón a costa de la Transición y la Segunda República, hablando de donde hay que fundar la legitimación del sistema democrático, aquí o allí. Evidentemente Cercas es un buen novelista y un buen periodista, pero no es un historiador. Claro que puede dar su opinión en este aspecto pero carece de cualquier intereses. Aquí es donde hay que distinguir claramente entre un intelectual y un escritor. El primero puede tener cierta autoritas, puedes querer escucharle, leerle, estar de acuerdo o en desacuerdo, pero al final si tiene prestigio y la gente lo escucha es porque ha estudiado y reflexionado sobre el tema. La historia es tan difícil de entender, tanto documento y facetas que estudiar que es muy fácil hacer juicios a la ligera que quepan en una página de un periódico. El escritor cuando juzga se convierte un contertulio de esos de la radio que opina de todo sin entender absolutamente nada.

Esto no deja que al escribir estas líneas me pregunte yo mismo cual es el interés de mis palabras, porque hay algo que te impulsa a ordenar ideas escribiendo, lo mismo que hace Cercas, paradójico pero cierto. Quizás sea más periodista que intelectual.

(Publicado orginalmente el viernes 8 de octubre de 2010)