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miércoles, 25 de diciembre de 2013

2013 o el año de Sisifo



El año de sisifo como paradigma de los sueños imposibles. Amores circulares, nuevas oportunidades, un paseo por via montenapoleone en plena primavera, los amantes del círculo polar. Tardes eternas en la terraza, un paseo por la playa de Cortadura mirando a América, un parque perdido en mitad de ginebra. Ilusiones rotas, amores imposibles. Lagrimas de cocodrilo, magnolias como ilusiones. Fugacidad del instante, noches eternas de lunas llenas. Pienso en errores, en lo cobarde del ser humano, en huidas en plano largo. Cuando pienso en 2013 pienso en el mito de Sísifo, en la incapacidad de amar sin salir quemado. En la maldición de subir una piedra para que esta siempre caiga rodando.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Fiesta - The sun also rises

Fuimos en taxi hasta el Palace Hotel, dejamos las maletas, hicimos que nos reservaran dos literas en el Sud Express de la noche y entramos en el bar a tomar un cóctel. Nos sentamos en los altos taburetes que había junto a la barra, mientras el barman agitaba los martinis en una gran coctelera niquelada.

—Es curioso observar la maravillosa cortesía que uno encuentra en el bar de los grandes hoteles —observé.

—Los barmen y los jockeys son las únicas personas que siguen siendo educadas hoy en día.
—Por vulgar que sea un hotel, el bar es siempre un sitio agradable.
—Es extraño.
—Los barmen han sido siempre amables.
—¿Sabes una cosa? —dijo Brett—. Es completamente cierto. Sólo tiene diecinueve años. ¿No te parece asombroso?
Hicimos chocar las copas, que estaban colocadas encima del mostrador, una junto a otra. El frío las había llenado de gotitas de agua.
Al otro lado de la ventana con cortinas estaba el bochorno estival de Madrid. —Me gusta el martini con una aceituna dentro —dije al barman. —Tiene usted razón, señor. Ahí tiene. —Gracias.
—Tendría que habérselo preguntado, ¿sabes?
El barman se alejó lo bastante para no oír nuestra conversación. Brett tomó un sorbo de martini sin alzar la copa del mostrador. Luego la cogió. Después del primer sorbo, su mano tenía la firmeza suficiente para levantarla.
—¡Qué rico está! ¿Verdad que es un bar simpático?
—Todos los bares lo son.
—Al principio no me lo creía, fíjate tú. Nació en 1905. Por aquel entonces yo estudiaba en París. Imagínate eso.
—¿Quieres que me imagine algo en concreto?
—No seas imbécil. ¿Quieres pagar una copa a una dama?
—Tomaremos otros dos martinis.
—¿Cómo los que acaban de tomar, señor?
—Estaban muy buenos —dijo Brett dirigiéndole una sonrisa.
—Gracias, señora.
—Bueno, ¡chin-chin! - dijo Brett.
—¡Chin-chin!
—¿Sabes una cosa? -dijo Brett-. Antes de mí, sólo había estado con dos mujeres. No se ha preocupado nunca de nada más que de torear.
—Tiene mucho tiempo por delante.
—No sé... Él cree que había de ser conmigo precisamente. No le interesan las aventuras en general.
Jake?
—Está bien, pues; eras tú. -Sí. Era yo... -Creí que no volverías a hablar de eso. —¿Cómo puedo evitarlo? —Si lo cuentas, lo vas a perder. -Sólo lo cuento muy por encima. ¿Sabes que noto una gran sensación de bienestar,
—No es para menos.
—Una se siente considerablemente bien al decidir no convertirse en una fulana, ¿comprendes?
—Sí.
—Es algo así como un sucedáneo de Dios para quienes no lo tenemos.
—Hay gente que tiene a Dios —dije—. Y mucha.
—Pues conmigo nunca se han portado muy bien.
—¿Tomamos otro martini?
El barman agitó en la coctelera otros dos martinis y los vertió en dos copas limpias.
—¿Adonde vamos a ir a comer? —pregunté a Brett.
Se estaba fresco en el bar. A través de la ventana se notaba el bochorno exterior.
—¿Aquí? —preguntó Brett.
—Aquí en el hotel la comida es un asco. ¿Conoce usted un sitio que se llama casa Botín? —pregunté al barman.
—Sí, señor. ¿Quiere que le apunte la dirección?
—Gracias.
Comimos en casa Botín, en la sala de arriba. Es uno de los mejores restaurantes del mundo. Comimos lechón asado y bebimos Rioja alta. Brett no tomó gran cosa. Yo me di un atracón y bebí tres botellas de Rioja alta.
—¿Cómo te sientes, Jake? —preguntó Brett—. ¡Dios mío, cuánto has comido! —Me siento estupendamente. ¿Quieres algo para el postre?
—¡Oh, no, Señor!
Brett fumaba.
—Te gusta comer, ¿verdad? —preguntó.
—Sí —contesté—. Hay muchas cosas que me gusta hacer.
—¿Cuáles?
—Oh, muchas —dije—. ¿No quieres postre?
—Ya me lo has preguntado una vez.
—Sí, es verdad —dije—. Tomemos otra botella de Rioja alta.
—Es muy bueno.
—Pues tú no has bebido mucho —dije.
—Sí que he bebido. No te has fijado.
—Tomemos dos botellas más —propuse.
Trajeron las botellas. Vertí un poco de vino en mi vaso, llené el de Brett y al final acabé de llenarme el mío. Chocamos los vasos para brindar.
—¡A tu salud! —dijo Brett.
Vacié el vaso y me lo volví a llenar. Brett me puso la mano en el brazo.
—No te emborraches, Jake —dijo—. No tienes por qué hacerlo.
—¡Tú que sabes!
—No lo hagas —dijo—. Todo saldrá bien.
—No estoy emborrachándome —dije—. Estoy bebiendo un poco de vino, eso es todo. Me gusta beber vino.
—No te emborraches —dijo—. Jake, no te emborraches.
—¿Quieres que demos un paseo en coche? —propuse—. ¿Quieres que demos un paseo por la ciudad?
—Magnífico —dijo Brett—. No he visto Madrid. Y tendría que verlo.
—Voy a terminarme esto.
Bajamos, atravesamos el comedor de la planta baja y salimos a la calle. Un camarero fue a buscar un taxi. Hacía un día caluroso y radiante. Calle arriba, en una plazoleta con árboles y césped, había taxis aparcados. Uno de ellos se acercó, con el camarero colgado del estribo. Le di una propina, dije al chofer dónde tenía que ir y me metí dentro, junto a Brett. El chofer se puso en marcha. Me recosté en el asiento. Brett se acercó a mí y permanecimos así, muy juntos. La rodeé con el brazo y ella se recostó cómodamente contra mí. Hacía un día muy caluroso y brillante y la blancura de las casas hacía daño a la vista. Doblamos hacia la Gran Vía.
—¡Oh, Jake! —dijo Brett—, ¡qué bien lo hubiéramos podido pasar juntos!
Ante nosotros, un policía a caballo, vestido de caqui, regulaba el tráfico. El coche disminuyó repentinamente de velocidad, impeliendo a Brett contra mí.
—Sí —dije—. ¿Verdad que resulta agradable imaginárselo?


Fiesta - The Sun also rises by Ernest Hemingway

martes, 19 de noviembre de 2013

Corazón solitario


Cortinas anchas de terciopelo,
Alcohol en la barra;
esperando el final
El humo envuelve toda la sala
Quedan pocos segundos para empezar.
Los focos se abren, cobran su vida
Solamente el rojo nos hace esperar
La gente grita, llora y se transforma
Ni los largos pasillos tienen final
Esta noche es muy corta
Y a tu lado siempre está
Corazón solitario,
Es la magia que tú sientes ya.
Una mano aprieta sus viejas cuerdas
Empieza el encanto del rock ‘n roll
La noche es corta y sacias tu ansia
Corazón solitario encontraste el calor
Esta noche es muy corta
Y a tu lado siempre está
Corazón solitario
Es la magia que tú sientes ya
Cortinas anchas de terciopelo
En unos momentos se cerrarán
Cortinas anchas de terciopelo
Tan sólo una noche para soñar...

Corazón solitario - Burning

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Y de pronto anochece

Ed é subito sera 
Salvatore Quasimodo 

Vivir es ver morir, envejecer es eso,
empalagoso, terco olor de muerte,
mientras repites, inútilmente, unas palabras,
cáscaras secas, cristal quebrado.
Ver morir a los otros, a aquellos,
pocos. que de verdad quisiste,
derrumbados, deshechos, como el final de este cigarrillo,
rostros y gestos, imágenes quemadas. arrugado papel.
Y verte morir a ti también,
removiendo frías cenizas, borrados perfiles,
disformes sueños, turbia memoria.
Vivir es ver morir y es frágil la materia
y todo se sabía y no había engaño,
pero carne y sangre, misterioso fluir,
quieren perseverar, afirmar lo imposible.
Copa vacía, tembloroso pulso, cenicero sucio,
en la luz nublada del atardecer.
Vivir es ver morir, nada se aprende,
todo es un despiadado sentimiento,
años, palabras, pieles, desgarrada ternura,
calor helado de la muerte.
Vivir es ver morir, nada nos protege,
nada tuvo su ayer, nada su mañana,
y de pronto anochece.

Juan Luis Panero "Antes de que llegue la noche" 1985

martes, 13 de agosto de 2013

Michi Panero por Andrés Trapiello

"De su vida se podría escribir un relato tolstoniano, o mejor aún, chejoviano: su padre, su madre, la muchacha que lo crió cuando era niño (la misma que lo asistía en estos últimos meses llevándole algunas tarteras con comida a su casa y lavándole la ropa), sus hermanos, uno loco y otro, perdido. Y ver la que fue la casa de tus padres, tu propia casa, convertida en un museo vacío (lo vendieron todo o dejaron que se lo llevaran los traperos, la correspondencia de entre su padre y su madre cuando eran novios, manuscritos suyos o de sus amigos, cartas de estos, todo malvendido o tirado directamente a la basura; del padre no quedan mas que cenizas) y él mendigando el puesto de ujier, como uno de aquellos aristócratas rusos a los que los bolcheviques se complacían en emplear en las que fueron caballerizas de sus propios palacios. Cuando iban a desahuciarle de su piso de la calle Ibiza, el de sus padres también, no se tomó la molestia de mirar en los revueltos de cajones de armarios y cómodas, convencido de que nada de aquello le concernía. Una vez quiso que yo le catalogara los restos del naufragio. No lo hice. ¿Por qué? Acaso era el tonel de Diógenes, y ver la decadencia de un hombre que había decidido acabarse cada día me resultó insufrible, y le dije que no. Era una buena persona, me consta, destruida no tanto por la vida que llevó, que también, sin por las propias fantasías que pensaba le iban a llevar a otra clase de vida, no sé cuál. Se fue quedando cada vez más solo, tal vez porque nunca necesitó de veras a nadie, y cuando se dio cuenta de esto, ya era tarde. Fue tarde incluso para contarlo, como tal vez quiso hacer: sus memorias. Es verdad que cuando se puso a escribirlas por consejo de uno, no tenía fuerzas, según me dijo. Pero hoy creo que su deseo de hacerlo no tenía tampoco demasiada consistencia, como cuando un niño sueña con aprobar un examen mirando por la ventana después de cerrar un libro que ni siquiera ha abierto."

Andrés Trapiello describiendo en su salón de pasos perdidos la muerte de Michi Panero en marzo de 2004. 

Misería y Compañía (2012). Editorial Pre-Textos.

viernes, 12 de julio de 2013

13 de Julio de 1936

“No te ofrecemos que rogaremos a Dios por ti, te pedimos que ruegues tú por nosotros. Ante esa bandera colocada como una cruz sobre tu pecho, ante Dios que nos oye y nos ve, empeñamos solemne juramento de consagrar nuestra vida a esta triple labor: imitar tu ejemplo, vengar tu muerte y salvar a España, que todo es uno y lo mismo; porque salvar a España será vengar tu muerte, e imitar tu ejemplo será el camino más seguro para salvar a España”

Antonio Goicoechea en el entierro de José Calvo Sotelo - 13 Julio de 1936

Portada del diario ABC del 15 de Julio de 1936 con la esquela de José Calvo Sotelo en la portada

jueves, 20 de junio de 2013

Don Juan de Borbón, 100 años después

Hoy es el C aniversario del nacimiento de don Juan de Borbón. Nació en el Palacio de La Granja el 20 de Junio de 1913.

Entrevista  a don Juan de Borbón en 1982


Y un  documental sobre su figura


martes, 28 de mayo de 2013

Blesa, entre la cárcel y los platós de Televisión

La noticia de la entrada en prisión de Miguel Blesa provocó más de un sudor frio en algún despacho el jueves pasado. El que hasta hace unos años fuera casi dueño y señor de Caja Madrid entraba en prisión acusado de negligencia en la compra de un banco en Florida. Todo el mundo miraba los periódicos digitales ávidos de encontrar el delito del que se le acusaba, ya que si finalmente se confirma la condena, la lista de posibles imputados podría ser tan extensa como los apellidos que poblaban los consejos de administración de las antiguas Cajas de Ahorros españolas.

Caja Madrid era una entidad financiera con un fin social y sin ánimo de lucro, su benefició se dedicaba a obra social y en el año 2007 esa obra ascendía a una cantidad superior a los 250 millones de euros anuales. Ese dinero estaba dedicado íntegramente a finales sociales, desde personas con discapacidad, enfermos de Alzheimer o víctimas de violencia de género, hasta patrocinio de cultura mediante becas, premios o exposiciones. Una gran parte de la acción cultural que se desarrollaba en Madrid tenía su origen en los fondos que año a año dedicaba la Caja.

A pesar de que durante muchos años las mejores entradas de los toros, los conciertos, el tenis o de cualquier evento que se organizase en Madrid las tuviesen los empleados y familiares de Caja Madrid no fue eso lo que acabó con esta institución fundada en 1703. Lo que acabó con ella fue el impulso de una serie de gestores tan poco preparados como ambiciosos que lo único que pretendían era que Caja Madrid compitiese de igual a igual con La Caixa de Barcelona, para ello debía de crecer hasta igualarla tanto en balance como en la importancia de sus participaciones industriales. Si La Caixa ejerce una influencia en Cataluña y España a través de su cartera industrial, Caja Madrid debía de hacer lo mismo. Daba igual que las participaciones de Caja Madrid las hubiesen comprado a precio de oro ya que no había un accionista a quien deberle explicaciones.

Pero ese sueño como tantos otros acabó explotando en la cruda realidad. La historia es conocida, un balance descontrolado provocó que Caja Madrid acabase fusionada con otras Cajas igual de problemáticas, sacada a bolsa para ser nacionalizada después, provocando el mayor rescate financiero de la historia de España. Antes se habían vendido preferentes y acciones a inversores minoristas arruinando a una gran parte de sus clientes. Da igual que Miguel Blesa dimitiera en 2009, el devenir de la institución estaba ya por entonces escrito.

Caja Madrid quedará para siempre como el gran fracaso de la gestión del Partido Popular en Madrid. Ha sido bajo su mandato y bajo su control cuando ha desaparecido, en una de los casos más aberrantes de control político, una institución que debería de haber sido independiente y que no debería de haberse apartado de su fin social. No es difícil imaginar el tono y la cantidad de editoriales que se hubiesen escrito si la quebrada hubiese sido La Caixa o si Caja Madrid hubiese sucumbido bajo un gobierno socialista en Madrid.

Pero que personajes tan cursis, repelentes e indignos como Miguel Blesa nos produzcan urticaria no debe quitar que todo el mundo tenga derecho a la presunción de inocencia, y sobre todo a un juicio justo. Ambos pilares fundamentales de un Estado de Derecho. El caso Blesa viene a unirse a otros que en los últimos meses están convirtiendo los juzgados en auténticos platós de televisión. Desde el juicio de Iñaki Urdangarin hasta el de Isabel Pantoja, la gente parece pretender que se celebren ejecuciones en plaza pública. Son juicios en gran parte juzgados de antemano, en que los ciudadanos quieren castigos ejemplares para justificar el origen de esta crisis. El problema no son los jueces, que en la gran mayoría de casos acabarán juzgando y condenando a los culpables, si no lo evitable de lo sucedido. Para alegría o desgracia de muchas personas Miguel Blesa podrá ser absuelto o condenado, pero lo que sí sabemos ya es que la obra social de Caja Madrid ha desaparecido para siempre.

martes, 21 de mayo de 2013

Del año malo

Diciembre es esta imagen
de la lluvia cayendo con rumor de tren,
con un olor difuso a carbonilla y campo.
Diciembre es un jardín, es una plaza
hundida en la ciudad,
al final de una noche,
y la visión en fuga de unos soportales.

Y los ojos inmensos
—tizones agrandados—
en la cara morena de una cría
temblando igual que un gorrión mojado.
En la mano sostiene unos zapatos rojos,
elegantes, flamantes como un pájaro exótico.

El cielo es negro y gris
y rosa en sus extremos,
la luz de las farolas un resto amarillento.
Bajo un golpe de lluvia, llorando, yo atravieso,
innoble como un trapo, mojado hasta los cuernos.

Jaime Gil de Biedma

Aquí en la voz de su sobrina Esperanza Aguirre, en una preview de una entrevista para Jotdown de Eric González. Más en las próximas semanas.
(pincha aqui para ver el video)

lunes, 15 de abril de 2013

El fin del malditismo en la M10


No sé en qué momento nos convertimos en malditos, puede que fuera cuando nos aburrimos de nosotros mismos, cuando mandamos a la mierda a nuestras novias de toda la vida o a lo mejor una crisis de los 25 crónica en que nos revelábamos a ponerle fin a nuestra juventud. Al final el malditismo fue la consecuencia lógica del desencanto. Cada uno se fue haciendo maldito a su manera. Como una coraza para no sufrir y sentir.

En el fondo fue un malditismo un poco patético, cantar de madrugada rememorando a Michi Panero no se puede definir como malditisimo. Como mucho un malditismo de la M10. El viaje más largo que hicimos debió de ser a Humera, para volver rápido a la cueva. No fuera a ser que nos pasara algo y la vida nos diese un par de lecciones. El malditismo se define como “que va contra las normas establecidas, especialmente en el mundo literario y artístico”. Al final todo lo contrario que nosotros que nunca hemos hecho nada autentico, siempre lo que se ha esperado de nosotros. Siempre hemos jugado por calle, sin pisar el rough o el bunker. Nuestra mayor licencia consistía en comprarnos, cada vez mas de ved en cuando, unas botas de terciopelo. Como si nos creyésemos Oscar Wilde. La excentricidad no puede consistir en llevar pantalones blancos, usar pajarita en las bodas y escribir una vez al mes en un blog. Tampoco en citar a Compagon para escandalizar a cuatro niñatas de chamberi.

El malditismo de la M10 se podría definir en varias frases. La principal sería “nuevos planes, idénticas estrategias” como definición de unos años vividos a quemarropa en que el resultado siempre ha sido parecido. “A rey muerto, rey puesto” como definición de la clásica actitud de nuestros “fantasmas” (exnovias) y la sensación que provoca en nosotros entrar en cualquier discoteca. “El perro del hortelano” como definición de nuestra actitud hacia esos mismos fantasmas, “siempre es su culpa”, “no entienden nada”, “no se han enterado de la película”, “en el fondo no me quería”.

Siempre hay alguna excusa que reafirme nuestros propios fracasos y nuestros propios miedos. Pero lo que más define nuestro malditismo es ver la vida como un fin de semana, la autentica "montaña rusa". Los jueves tienes una alegría inmensa, te crees guapo y divertido, te sumerges en un tobogán de copas, mujeres y cachondeo que te acaba dejando el domingo en un sofá con una mantita, pensando que no eres ni tan guapo ni tan divertido. Una autentica “montaña rusa” que acaba siempre en el “bar de Taiwan”, que es el bar en que piensas que te encontraras de repente con 40 años y te acuerdas arrepentido de todas las mujeres maravillosas que pasaron por tu vida y que desaparecieron.

Lo malo de la montaña rusa es que lo que antes eran fines de semana son ahora estaciones, ahora hibernamos, intentando que el invierno pase por nosotros sin dejar mucha huella. Hace mucho frio y no tenemos ni un jersey que ponernos. Para que vuelva el buen tiempo y te creas inmortal. Capaz de volar y ser libre. Para que el otoño te devuelva a tu realidad y al “dolor de herida”, ese dolor que uno siente cuando ve que tras la batalla nada ha quedado en claro. Por último dentro del malditismo está el concepto del "follapijas". Ese tío que liga ahora con tus fantasmas y que sencillamente te repatea porque es exactamente todo lo contrario a ti. Como si ellas cansadas de tus elevaciones y tu forma tan autentica de ver la vida se conformasen ahora con cenar japonés y ver películas de Woody Allen.

En la vida se puede ser plomo o corcho. Los plomos te hunden y te arrastran hacia abajo. Los corchos son la gente que su sola presencia te eleva. Porque todos podemos ser plomos o corchos. Creo que el malditismo ha sido una época de reafirmación que deja más cadáveres de los que nos habría gustado. Algo por lo que había que pasar para comprender que no quieres vivir ahí. Aunque haya sido como meter el pie en una piscina. Nunca nos tiramos de cabeza. Menos mal. Quizás este post se deba a que por fin se ha acabado este invierno tan largo. O quizás sea que por fin has decidido dar un paso adelante, comprender tus limitaciones y empezar una etapa más Hemingway, más estable en la que poder disfrutar de un ron con mucho hielo, hablar de literatura y ver sobre todo a la gente que mas quieres. Escribir el poema IF de Kiplyng y creer que lo estas logrando. “If you can meet with triumph and disaster and treat those two imposters just the same”. Buscar un equilibrio. Disfrutar al final de tu realidad y circunstancia intentando no hacer daño. Amar y dejar que nos amen. En definitiva, VIVIR y mirar las estrellas.

"We are all in the gutter, but some of us are looking at the stars"

lunes, 8 de abril de 2013

Dilema del erizo

Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya lo sabéis, como en los erizos.

¿Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? Nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido. Y menos mal cuando no lo punza la sombra de aquellas espinas; de aquellas espinas, ya sabéis.
Las siguientes páginas son el recuerdo de un olvido.

Luis Cernuda - Donde habite el olvido, 1932



Cuando me quiero explicar
mis demonios se ponen groseros,
me insultan y entonces me entran las dudas
y le echo la culpa a mi género, y a correr.
Y si surgen preguntas pues dejo que surjan
en su esplendor y estupidez.

Viví, sufrí y amé,
vale, y ¿ahora qué?

Las Inmensas Preguntas - Nacho Vegas

lunes, 1 de abril de 2013

Leaving Las Vegas


La imagen más mítica es la de Robert de Niro en la película de Casino, todos nos imaginamos a Sharon Stone tirando las dados con un vestido que es puro brillo, pero la realidad de Vegas está mas cerca de Nicolas Cage en Leaving Las Vegas, personaje que llega a la ciudad para dejarse morir. Yo no pude si no acordarme de Michi Panero, su malditismo y su lema de que “en la vida se puede ser de todo menos un coñazo” le iría como anillo al dedo.

La vida tiene mucho que ver con el black jack, en teoría hay que jugar siempre por el libro. Las Vegas es el templo de peregrinación occidental y como si fuese una religión hay que llegar con el guión aprendido. No sabemos si existe el libro pero se da por hecho que hay que llevarlo leído. Es el dogma en la mesa. El libro cuenta que la carta de debajo del croupier es siempre un mono, por lo que uno está obligado a pedir carta siempre que tenga una puntuación mas baja que la suya.

Y eso requiere muchas veces fe, fe de verdad porque uno está contento con su 16 y tiene que pedir carta. El pulso se te dispara hasta limites insospechados y cuando te pasas te acuerdas del libro y del gran bastardo que lo escribió. Pero el libro es el libro. Si no juegas por el no te puedes sentar en la mesa. El libro te recuerda a todas las decisiones que has tomado en una pelea constante por el sistema y que tus amigos te han resumido en un “la vida es así”.

El black jack tiene mucho en común con la vida, uno va poco a poco amasando fichas, según te van saliendo cartas te vas sintiendo cómodo, disfrutas, comentas, una propina, te pegas cualquier capricho, en parte te sientes inmortal, crees que las cartas te van entrando porque debe de ser así, estas haciendo lo correcto y es justo tener una recompensa. Y de repente se te da la vuelta, el croupier cambia y empieza a sacar 21, uno tras otro, de refilón como quien no quiere la cosa, sigues pensando que quien aguanta vence, sacas tu lado estoico y cuando se han esfumado tus ganancias, que era tu limite para levantarte de la mesa cambias 200 dólares mas para darte la oportunidad de remontar.

Cuando los has perdido en cuatro manos comprendes que es hora de retirarte, son más de las diez de la mañana y el sol hace tiempo que ha salido, un matrimonio de Milwaukee se deja ver por el lobby recién levantados, tu decides que la magia se ha esfumado y como vampiro no puedes sino retirarte, ha aparecido el desencanto. Enfilas el ascensor a tu habitación como si fueras el poema de Jaime Gil de Biedma
Si no fueses tan puta! / Y si yo supiese, hace ya tiempo, / que tú eres fuerte cuando yo soy débil / y que eres débil cuando me enfurezco... /A duras penas te llevaré a la cama, / como quien va al infierno / para dormir contigo. / Muriendo a cada paso de impotencia, / tropezando con muebles / a tientas, cruzaremos el piso / torpemente abrazados, vacilando / de alcohol y de sollozos reprimidos. / Oh innoble servidumbre de amar seres humanos, / y la más innoble/ que es amarse a sí mismo!

La vida es como el jack black no eres ni tan guapo y divertido como cuando estás ganando, ni tan maldito como cuando pierdes.

martes, 26 de marzo de 2013

Yo sé que el tierno amor escoge sus ciudades

Yo sé
que el tierno amor escoge sus ciudades
y cada pasión toma un domicilio,
un modo diferente de andar por los pasillos
o de apagar las luces.

Y sé
que hay un portal dormido en cada labio,
un ascensor sin números,
una escalera llena de pequeños paréntesis.

Sé que cada ilusión tiene formas distintas
de inventar corazones o pronunciar los nombres
al coger el teléfono.
Sé que cada esperanza busca siempre un camino
para tapar su sombra desnuda con las sábanas
cuando va a despertarse.

Y sé
que hay una fecha, un día, detrás de cada calle,
un rencor deseable,
un arrepentimiento, a medias, en el cuerpo.

Yo sé
que el amor tiene letras diferentes
para escribir: me voy, para decir: regreso de improviso.
Cada tiempo de dudas necesita un paisaje.

Luis García Montero - Diario Complice

domingo, 27 de enero de 2013

Pasar como el viento


Y ahora alcanzo a comprender,
la tristeza de saber,
que hay más estrellas en el firmamento,

Y verlas pasar...
Pasar como el viento

Enero en la M10 con olor a romero, a voces cansadas, a gente empezando de nuevo, a amigos repitiendo errores, a otros abandonados al placer de sus novias. Nuevas ilusiones detrás de una esquina, todo en el mismo restaurante donde celebraste tus éxitos, donde ahogaste tus ultimas penas. Donde pasaron tantas cosas. Con la sensación de abrir una puerta y ver la barra, nada mas bajar tres escalones, y te imaginas a ti, siendo verano, como si pudieras verte desde fuera. Ahí estabas tomando una cerveza, con el mes de Junio detrás de ti, dándote aliento, comentando la última boda en la que te quemaba la pista de baile.

Que seria de nosotros sin estaciones, sin días fríos, sin domingos con lluvia sin salir de casa, sin una primavera que acabe con una hibernación que dura demasiado, un verano que entra poco a poco, con rayos de sol que acaban por tostar todo, convirtiendonos en lagartijas que necesitan que vuelva a llover. Para empezar proyectos, para cerrar etapas, para sentirnos vivos.

Como si fuera un error
siempre encuentro a mi alrededor 
cosas que amenazan al final del día con volver, 
volver como el viento. 

 Como el viento...