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martes, 20 de marzo de 2012

Guy de Rothschild

Guy de Rothschild (portada de Time, 1963)
Guy de Rothschild no vivió una vida normal, nació dentro de una familia peculiar, definida tanto por su carácter de multimillonarios como por su origen judío. Richesse Oblige, nunca se avergonzó de ninguna de ellas. Atravesó el siglo XX (1909-2007) desde una posición muy peculiar. Guy tuvo una infancia “normal”, nació en la casa que en su día fue de Talleyrand en la plaza de la Concordia disfrutó de una infancia con todos los placeres de la vida, los felices años 20, Deauville, Ferrières la gran casa de campo que construyó su bisabuelo, Biarritz entre planes de golf, cacerías y jugar al polo.

Todo lo cambia la entrada de la segunda guerra mundial, el ridículo militar de Francia con su línea Maginot, Dunkerke. Ahí está Guy como cualquier ciudadano normal en filas. La guerra civil francesa entre los partidarios de De Gaulle y de Vichy, el paradero de familiares de su mujer, la solución final. La expoliación de todo su patrimonio, sus cuadros. Su exilio en Londres y Nueva York hasta que por fin es capaz de volver en 1944 a Francia. Cuando por fin vuelve a rue Laffite, la sede del banco, sólo tenía 12 empleados, no había depósitos y además el gobierno de Vichy había ido vendiendo las participaciones industriales.
Guy y Marie Hélène de Rothschild
Así empieza la nueva época de la posguerra, empezando con llamar a todos los primos lejanos para que vuelvan a depositar su dinero en el banco. Es toda una aventura de la Europa occidental en el periodo 1945-1981, los Rothschilds controlaban además del banco la Compagnie du Nord y miles de empresas en que eran accionistas minoritarios. Son 30 años de negocios, quiebras, ampliaciones de capital, transformaciones de sectores estratégicos. Es la Europa de la posguerra desde el sillón privilegiado de uno de los dueños de Europa.

Guy fue quien descubrió a George Pompidou, hombre de De Gaulle en la sombra y a quien Guy supo identificar, haciéndole consejero delegado del banco. Guy admiraba a Pompidou, le consideraba la persona mas inteligente y divertido que había conocido. Más tarde Pompidou se se convertiría en primer ministro y en presidente de la V república, tras dejar De Gaulle el cargo.

Con Exbury con quien ganó el Arco del Triunfo

Toda la historia del banco acaba en 1981 con la nacionalización que llevó a cabo Miterrand. Se les despojo de todo y tuvieron que volver a empezar de cero con el banco desde Nueva York. Los 36 años de trabajo llevados a cabo por Guy desaparecen de un plumazo en el hecho que marca completamente su vida profesional. Guy tenía entonces 73 años y era la segunda vez que le hacían empezar de cero, perdia la rue Laffitte que era el sitio en el que mas horas había pasado y a lo que mas tiempo le habían dedicado. El nunca pensó que el populismo de Mitterand pudiese llegar a eso pero finalmente así fue, escribió un articulo titulado Adieu Rothschild que fue publicado en la portada de Le Monde y republicado en los principales periódicos mundialesque acababa con las siguientes líneas:

The French Rothschilds made the mistake of believing that they could develop and grow with their name time and in their own country; they were wrong.
The Socialist radicals have excluded them from the economic community. Of the house of Rothschild there will remain a few odd pieces, perhaps nothing.
A jew under Petain, a pariah under Miterrand – for me its enough. To rebuild on ruins twice in a lifetime is too much.
Forced into retirement. I have decided to strike.

Aparte de mantener un compromiso profesional claro y trabajar toda la vida, supo compaginar todo ello con una vida personal increíble, convertido desde muy joven en un autentico dandy fue su segunda mujer Marie Hélène (de Zuylen de soltera) con quien decidió dar ese salto adelante, fue su autentica transformación en un Rothschild, inmensamente rico y sin ningún pudor para demostrarlo. Se conocieron en las carreras de caballos, y es con ella con la que Guy entra de lleno a formar parte de ese último Paris, del que era miembro por derecho propio, que incluía a gente tan variada como Alexis de Rede, el marqués de las Cuevas, los Noailles, Beistegui, Arturo Lopez Wilshaw, Ribes.

Guy y Marie Hélène en el Hôtel Lambert
Es el Guy loco de los caballos que consigue ganar una vez el Arco del Triunfo con Exbury, seguramente su mejor caballo, el que decide mudarse al Hôtel Lambert en plena Île Saint-Louis. El que vuelve a restaurar Ferrières en la manera original,  con ese aire de grandeur tan Napoleon III, allí organiza las fiestas mas divertidas de la época como la surrealista y la que se celebró en honor del 100 aniversario del nacimiento de Proust.

Guy era consciente que con su generación esa europa desaparecería y se banalizaría, afortunadamente dejo testimonio en un libro de memorias impecable, Contre bonne fortune, un libro en el que el autor cuenta con absoluto lujo de detalles su modo de ver la vida, su mezcla por el trabajo, la política, el placer, sin arrepentirse de absolutamente nada, sin ningún complejo. Un libro curioso, de manual, de una persona culta, inteligente, divertida, refinada, a la que no le importa dejar un recuerdo de lo que fueron sus días. No hay líneas suficientes en un blog, solo cabe leerlo y comprender lo que nos queda por aprender. No somos nadie.
Claude Lebon y Charlotte Aillaud
El baron Alexis de Rede con una mascara diseñada por Dali
Charles de Croisset, Marisa Berenson, Paul-Louis Weiller
Salvador Dalí y Gabriela de Savoya

jueves, 1 de marzo de 2012

Agustin de Foxá

Agustin de Foxa junto al torero Manolete
Para el gran público quizás fue Umbral quien le avaló aunque para mí si alguien tiene una carrera literaria parecida o representa algo similar es Alfonso Ussia. Agustín de Foxá (Conde de Foxá y Marques de Armendariz) gozo de un éxito sin par debido a su ingenio y su posición social, pero por ello mismo estaba condenado en parte al olvido del gran público (que tampoco creo fuese lo que a él más le interesase). Forma parte de esa generación que gano la guerra pero perdió los manuales de literatura según Andrés Trapiello (expresión que tan buen resultado periodístico da).

La impresión que me causa a mí la biografía de Foxá es la de un hombre muy sensible y nostálgico que se implicó a fondo en el mundo que le tocó vivir y que le sobrepasó una vida tan rápida por encima. Aunque ganó la guerra fue víctima de su generación. Él era un niño bien que nació y se crió en un mundo idílico de paseos por el Retiro,  lo que empieza a pasar en España a partir de los años 30 es un huracán del que todo el mundo salió como pudo más que como quiso.

Es preciosa la anécdota de cuando se encuentra por la calle a Buñuel y le dice que se vaya con él que va a estrenar la Edad de Oro y el dice que lo siente que va al teatro de la comedia que ha quedado con Jose Antonio Primo de Rivera. Momento en el que compone el Cara al Sol para La Falange. Qué cruce de destinos, qué momento tan bonito el de finales de los veinte donde Jose Antonio, Lorca, Buñuel o Foxá podían ser todavía amigos. La España que no pudo ser y que la guerra que ellos no provocaron les arrastró a cada uno a su trinchera. Él es quien le recomienda a Federico Garcia Lorca que no vaya a Granada y que se vaya a Biarritz en los días previos a la guerra.

El posicionamiento ideológico de Foxá es el de no asimilar un mundo en el que nace que está viendo en directo que se acaba frente a un mundo industrial y moderno que ve nacer y que desprecia. Él no se suma al modernismo ni a las corrientes que nacen en ese momento. Por eso es entendible que se alineara con José Antonio con quien compartía educación y principios. Para alguien con 30 años para quien la revolución comunista significaba el fusilamiento de su familia no le quedaba sino alistarse en la contrarrevolución o en la supervivencia. Esta filosofía le convierte en un perdedor en vida, ya que aunque ganase la guerra, aunque volviese a su casa de Atocha, él mundo que poco a poco le iba adelantando no le interesaba. Pero todo teñido de un sentido del humor, de un látigo sarcástico. Como ejemplo sus dos definiciones más famosas: «Soy conde, soy gordo, fumo puros; cómo no voy a ser de derechas.» en una entrevista de Ruano o esta otra hecha por sí mismo: «Gordo; con mucha niñez aún palpitante en el recuerdo. Poético, pero glotón. Con el corazón en el pasado y la cabeza en el futuro. Bastante simpático, abúlico, viajero, desaliñado en el vestir, partidario del amor, taurófilo, madrileño con sangre catalana. Mi virtud, la imaginación; mi defecto, la pereza.»

Primera edición de Madrid de Corte a Checa (1938)

“Madrid de Corte a Checa” su gran obra, esta siempre analizada bajo un prisma ideológico, como si él la escribiese como pura propaganda de guerra. A mí si algo me impresiono de esa novela y lo diré siempre es que es una novela de clase. Es la novela de un señorito del Pilar que veranea en San Sebastián y Biarritz. Con todos los prejuicios de clase que tenía esa generación. Aquí es donde, para mí, la mayor parte de la gente se equivoca al analizar la obra, metiéndola en el saco de la derecha fascista. En mi opinión esto nace de que al analizar la guerra civil y la II república mucha gente la analiza según donde lo vieron sus abuelos o padres. Es la parte de la historia que te han contado una y otra vez en tertulias de sobremesa. Para mi Foxá hace un alegato de los suyos, de los que lloraron en el Palacio Real en Abril del 31, de los que fueron al entierro de Calvo y de los que fusilaron en Paracuellos. Eso es Madrid de Corte a Checa, la evolución de una sociedad que pasa de las puestas de largo a tener que dar lucha activa y acabar fusilado o luchando en el frente. La lógica que les lleva a ello es clara. Y Foxá la describe a la perfección haciendo que se entienda a una generación que si bien no era muy numerosa, era la clase alta y dirigente en ese momento.

El libro está lleno de ejemplos de ello, a mí me impresionó mucho la siguiente definición de lo que para él es la república y los nuevos prohombres del régimen. Me impacta por la maldad y acidez del mismo texto, porque evidentemente él los mira desde una posición tan superior que hoy en día es increíble verlo así. Pero en ello esta describiendo a una generación, a un Madrid que pensaba así. Madrid que yo sólo he conseguido leer en Foxá, qué fue el que dejó un testimonio nítido.

Era el símbolo de los mediocres en la hora gloriosa de la revancha. Un mundo gris y rencoroso de pedagogos y funcionarios de Correos, de abogadetes y tertulianos mal vestidos, triunfaban con su exaltación. Era el vengador de los cocidos modestos y los pisos de cuarenta duros de los Gutiérrez y González anónimos, cargados de hijos y de envidia, paseando con sus mujeres gordas por el Parque del Oeste, de los boticarios que hablan de la Humanidad, con h mayúscula, de los cafés lóbregos, de los archivos sin luz, de los opositores sin novia, de los fracasados, de los jefes de negociado veraneantes en Cercedilla, de todo un mundo sin paisaje ni “short”, que olía a brasero, a “Heraldo de Madrid” y a contrato de inquilinato.”


Pero en Foxá también encontramos un gran crítico de su propia clase. Seguramente la mejor definición de la caída de la Monarquía la da también en ese libro donde culpa en gran parte a los suyos de no haber sido capaces de defender esa Monarquía por la que tanto tiempo lloraran:

“Y era triste pensar que aquellos majestuosos caballeros de las Ordenes Militares y aquellos gentileshombres y mayordomos, y los del brazo militar de la nobleza de Cataluña y los maestrantes de Sevilla y Zaragoza que trepan por la desnudez de su árbol genealógico hasta llegar a la pureza del octavo apellido y los fastuosos primogénitos de los Grandes, indolentemente apoyados en las mesas de mármol junto a los lentos relojes musicales, y los Monteros de Espinosa que entre la nevisca y la piedra gris de El Escorial custodian los ataúdes de los Reyes antes de meterlos en el pudridero, que toda aquella espuma de la Historia de España, la nata y la flor de los más bellos nombres de Castilla, tuvieran que confiar la defensa de la Monarquía a aquellos hombres modestos y asalariados, a aquel tricornio charolado y temible, bueno para enfrentarse con los bandoleros y los gitanos, pero incapaz para detener el curso implacable de la Historia.”


En mi opinión Foxá es un autor con el que se puede estar mas de acuerdo o en desacuerdo, snob irremediable, dandi vividor, acidez envenenada en estado puro, gran amigo de sus amigos, dejó multitud de anécdotas para el recuerdo. Él era el Madrid de niños bien llevado a la enésima potencia y trasladado a la tercera del ABC. Y además de una gran novela que cualquier persona que quiera entender y comprender no sólo la Guerra Civil sino lo que es Estoril, el monarquismo de Don Juan o la snobez hacia Franco debería de leer porque no puede estar mejor explicado con un mayor tapiz de colores.

Como no podía ser de otra forma para una persona así le tocó componer y describir la muerte de Alfonso XIII en el ABC, momento que reunía todo aquello por lo que él lucho y vivió.

En el cuarto de un hotel
está muerto el Rey de España
con el manto de la Virgen
y la cruz de Calatrava

No están sus alabarderos
de blanco, con su alabarda,
entre los cirios llameantes,
ni están sus Grandes de España

¿Dónde los regios tapices
tejidos de hebras doradas?
¿Y donde el clamor del pueblo
llenando toda la plaza?

Entre las fuentes de Roma
desnudas en luz pagana
(¡Ay, su Aranjuez junto al Tajo,
con sus magnolias y estatuas!)

Entre las fuentes de Roma
lo llevan en una caja
Con tierra que no ha reinado
le cubren, sin hacer salvas;

Soldados que no son suyos
le están presentando armas.
¡Husares de la Princesa
que no le disteis la guardia!

...Al otro lado del mar
Madrid enluta sus casas.
su madre, en El Escorial,
entre violetas le aguarda.