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martes, 31 de diciembre de 2019

Nuevos planes, idénticas estrategias

Autoretrato de Lucian Freud

La década empezó una nochebuena en Pacha, una joven promesa, un frescor de veinte años. Morena, con dos ojos saltones y un cuerpo de escandalo. Dormimos en un piso perdido de Malasaña. Nos habíamos liado un par de meses antes. Esa historia terminó en agua de borrajas, pero por unos pocos momentos, aquellos desde que salimos de la barra y anduvimos por Espíritu Santo desembocando en Jesús del Valle, nos creímos invencibles.

La década terminó de manera identica. Otra nochebuena en otra discoteca, y cabalgando en el coche al estilo adolescente. También nos habíamos liado hacía un par de meses. Esta vez era otra morena, mas caderona, pero de autentico vértigo, la que me acercaba a los cielos. Para volver a casa a eso de las 8 de la mañana creyéndome haber visto un ángel.

No puedo si no encadenar ambas historias, aunque hayan pasado 10 años entre ambas para reflejar el poco movimiento en mi vida. Pura lateralidad, sin ninguna verticalidad.

Entre medias, 10 años de disparates, sin mucha alternativa al mismo. Si la década empezaba saliendo de una historia eterna en esta no las ha habido, las ha habido a miles y de todos los colores, pero ninguna de ellas ha marcado el ritmo a las demás. Aunque de todas me he llevado algo, principalmente una desilusión conmigo y con mis propias circunstancias.

Diez años que se han ido tan deprisa como la humedad de una tormenta de verano. Tan deprisa que es difícil precisar que ha pasado en ellos. 

Sé que se ha pasado muy bien, y que en algunos momentos creíamos que teníamos dominado ese caballo desbocado en el que vivimos. Pero resulto una quimera, el disparate continuo, haciéndonos cada vez más parte de el. 

La inexperiencia se convirtió en experiencia al ritmo flagrante de la desilusión.

¿y que podemos decir? No mucho más me temo...

Toca empezar otra vez un cuaderno nuevo para intentar no escribir torcido, intentando buscar las palabras más adecuadas a los problemas más acuciantes.

Intentando estar a la altura y sin exigir mucho. Si algo hemos aprendido esta década es que las circunstancias casi siempre podrán con nosotros. 

Hay propósitos anuales, y hay propósitos decanales.
 Iremos a por todos, como siempre.

Nuevos planes, idénticas estrategias.

jueves, 5 de diciembre de 2019

Sur




Todo cuanto hemos pasado

se revela hoy bajo esta luz

y a la mar se va alejando

siempre que huyo me dirijo al sur.

Nacho Vegas

martes, 15 de diciembre de 2015

2015, eyes to the wind...


I was sailin' down here on the wind
When I met you and I fell away again
Like a train in reverse down a dark road
Carrying the whole load
Just rattling the whole way home

El año nació entre incógnitas, brumas y fantasmas, demasiadas cosas sin cerrar de años anteriores. Demasiadas posiciones abiertas, con los riesgos que conlleva. El año nació en Asia, entre corrientes de agua y feng shui arquitectónico, con la perspectiva que te da viajar y estar lejos de casa. 2015 empezó en un una bahía, inmensa, con rascacielos tocando el cielo, y andamios de bambú que recordaban que lo débil y lo fuerte son conceptos relativos.

La vuelta a casa hizo que desaparecieran las nieblas y nos enfrentásemos a nuestras rutinas, enfilamos las mismas avenidas que nos dirigían a los mismos sitios. Me acerqué a buscarla a su portal, estaba hecha un manojo de nervios, no estaba contenta, intentaba huir para llegar al mismo sitio, la acerqué al aeropuerto. De camino me preguntó que si no me daba miedo que se enamorase de otro, dije que no. Nunca me dio miedo eso, al final uno es quien decide escribir su destino. Y siempre fui incapaz de mentirme a mi mismo.


El invierno fue lento y pesado, frio y largo como todos los años. Rutina, trabajo, montañas y traviesas. Alguna fiesta, alguna comida. Pero no dejó mucho de sí. Conversaciones en ese ático de cristal, blablababla. Nada definido. Como una lenta espera a que empezase la acción. Volví a la montaña. Aquella fue nuestra última fondue, bajando a Médran comimos en Chez Dani. El día había sido malo, poca visibilidad y las montañas tenían un cierto aire siniestro -"ese cielo, aún tan negro, que es nuestro cielo"-. Pedimos una botella de vino. Había pasado el tiempo, ya no éramos esos dos niños gamberros que se buscaban en las discotecas, el desenlace se acercaba. El decorado era el mismo, una montaña inmensa. Dos personalidades a medida. En parte era tan único como cuando empezamos. Nos mirábamos y nos reíamos. Con mas miedos que otros inviernos, con esos muros de silencios que tantas veces nos impedían contarnos lo que de verdad nos preocupaba. Luego nos peleamos, como siempre. Volvimos a dejar todo apostado al destino.

Have you fixed your eyes to the wind?
Will you let it pull you in again?
On the way back in?
I’m a bit run down here at the moment
Let me think about it babe
Let me hold ya

Hasta ese día, quizás el día mas importante del año. Me estaba yendo de Madrid cuando pensé, no lo hagas, no hay por qué. Pensé que lo acertado era quedarme. Hablar. Entender ese muro entre nosotros. Fue una intuición como pocas veces la he tenido. Como si algo se hubiese desbloqueado en mi. Alguien que soplaba en tu oído, juégatela valiente.

Pero todo estalló, como una bomba nuclear que eclosionó dentro de mi cerebro. Nunca me encontré tan fuera de juego. Fue radical y violento. Fue innecesario. Pero al mismo tiempo fue algo autentico y puro. Un naufragio en noche cerrada contra unos acantilados tan altos que las nubes no dejaban que asomase un rallo de sol. Volví a mis noches eternas, pensando en como podía haber llegado ahí. Que estaba tan mal dentro de mi como para haber llegado a ese sitio. Y sin embargo supe que ahí quedaba una etapa. Que había algo que se había cerrado para siempre.

"Llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos"

No sé como me levanté, no sé ni siquiera si me conseguí levantar. Los días volvieron a ser eternos, el reloj remaba constantemente contra mí. En días como esos entendí la generosidad de la amistad. Deuda que no me quedan días por vivir para poder pagar. Si no me hubiese encontrado con esa canción y esas líneas de Pessoa pienso que no habría tenido forma de sobrevivir. Volvia a ellas cada vez que flaqueaba. Puse todo mi empeño en olvidarte, como si fueses un recuerdo que ahogas en el mar y que hace esfuerzos por salir a la superficie. Mi fuerza mental consiguió acabar con ello, dejaste de patalear y vi como finalmente te hundías en el mas oscuro de los océanos.


A partir de ahí se abrió una nueva vida, completamente virgen, en que no tenía herramientas que utilizar, todo era nuevo en mi. La primavera me arrancó una sonrisa, el sol nos ofreció de nuevo la vida. Empecé a correr de verdad, entre campos de trigo, encinas, acantilados, jardines franceses y bahías infinitas. Volví a nacer. Conseguí que murieses dentro de mi. Entendí que todo estaba en mi cabeza y que todo era mucho más sencillo de lo que yo lo pintaba.

Me volví a reír. Y en cuanto entendí eso fui capaz de volver a mirar. Y entonces apareció ella, era rubia, con ojos grandes y una lengua mordaz, rápida como un rayo, una bruja moderna llena de cicatrices en el alma y una huella de abandono. No pude si no invitarla a cenar. Ella advirtió mi debilidad y me machacó, me golpeo como nadie lo había hecho nunca. Era un espejo que me ensañaba mis miserias. Y yo ahí, hecho polvo y buscando más dolor. Cuanto más golpeaba mas me levantaba. Fue mi sparring. Durante dos meses. Día y noche. Solo interrumpido por momentos de placer, para perdernos y fundirnos. Mi alma echa trizas le estaban dando pimienta y sal a granel. Al cabo de dos meses tenia la cara magullada y el alma nueva. Me había dado cuenta de todas mis mentiras. Me había quedado completamente a la intemperie. Elevado, consciente de todos mis errores y cada vez mas abocado al silencio.


Un día andando por la playa comprendí que el alumno se había graduado y que el curso intensivo de formación vital había acabado. Yo no era capaz de seguir ese entrenamiento. Había aprendido todos los trucos y yo no era capaz de desactivar esa maquina de pensar. Ella, una persona increíble solamente había cometido un error: empujada por su propia supervivencia había permitido que su inteligencia interfiriese con su felicidad. Había llegado de manera sincera, había recibido ese nuevo bautismo, pero había sido todo tan profundo que algo me dijo en mi que ese mar no sería mi mar. Que era una etapa en el camino, que nunca me olvidaría de ella y que en cierta forma era parte de mi. Nunca encontraré la forma de agradecerle todo lo que había hecho por mi.

There’s a cold wind blowing down my old road
Down the backstreets where the pines grow
Where the river splits the undertows
But I’d be lying to myself if I said that I didn’t mind
Leave it hanging on a line
Lost inside my head
Is this the way I’ll be denied, again?
So I'll set my eyes to the wind
But it won’t be easy
To leave it all again
Just bit run down here

El otoño volvió a aparecer doblando la esquina. De manera pausada, sin imprevistos. Era la primera vez que estaba preparado para una batalla que preveía larga, y sin embargo estaba contento. Por primera vez en muchos años lo veía todo de una manera optimista, todo era normal. Había conseguido cambiar los hábitos, olvidarme de mis corazas, desaprender mis rutinas. Por primera vez en muchos años era una persona normal.

There's just a stranger
Living in me

Y un día cualquiera, después de muchas bodas, de muchas noches eternas, apareciste tú. Estabas sola bailando. Con una falda ceñida a tu cuerpo y un top azul. Subida en unos tacones de infarto. Estabas asustada, tenías un ataque de pánico de tener que estar ahí dando la cara. Y sin embargo estabas guapísima. Con el pelo sobre tu cara que te caía en ondas. Tus ojos rasgados, y un labio fino que no sonreía. Viste en mi protección, al león que te haría distraerte. Y no nos pudimos separar. Bailamos como si el mundo se fuese a acabar, bebimos como si no quisiéramos recordar nada de lo que pudiese pasar. Al cabo de seis horas te vinieron a buscar, como si fueses una cenicienta y nuestro pequeño hechizo se fuese a romper. Te acompañé al coche, y cuando ese viejo BMW se perdía de vista me volví, miré al cielo y vi esa luna que tantas veces me había sido esquiva. Te habías llevado una parte de mi.

As you set your eyes to the wind
And you see me pull away again
haven't lost it on a friend
I'm just bit run down here at the moment
Yeah, I'm all alone here
Living in darkness



Y así se va acabando el año, con los ojos mirando al viento y yo refugiado otra vez en esta chimenea. Con el mundo interior en calma. Siendo yo mismo por primera vez en años. Habiendo dejado por fin atrás mis años malditos. Con la ilusión de las pequeñas cosas y a la vez una fuerza interior que ya no recordaba. Sin poderme cansar de mirarte. Desarmado con tu sonrisa, con tu forma de tocarme el pelo y de darme un beso que mataría al mismísimo diablo. Con la sensación de que un nuevo mundo nace y que todo está por llegar. Qué todo llegará donde tenga que llegar, a su ritmo, un ritmo que por primera vez yo no quiero controlar. Un nuevo despertar, una nueva forma de expresión. Un mundo en el que poder por fin desplegar todo nuestro poder.


Only the shallows know themselves.


viernes, 10 de abril de 2015

Ese perdido reino






Ese perdido reino
donde cualquier política tiene forma de beso,
de cicatriz privada
detrás de los abrazos,
nos está dominando con sus sueños,
de distancia a distancia.

Quiero que te levantes
con la misma impaciencia que los árboles,
creciendo hasta lo exacto
para rozar mis labios, para buscar en ellos
la humedad sin la lluvia.

Sé que descubriremos
siluetas desnudas por la casa,
recuerdos visitantes,
fantasmas de una noche sin verano,
que andarán en nosotros y pedirán su cuenta,

porque la oscuridad, como un espejo,
nos devuelve la imagen que le damos.

Pero conozco todas las preguntas
que no sé contestarte,
el cuerpo en donde viven las interrogaciones,
tu sueño en los pañuelos, como de haber llorado.

Luis García Montero

martes, 10 de febrero de 2015

California Stars

Una noche de lluvía cruzada en La Riviera, Jeff Tweedy llevaba dos horas tocando la guitarra encima del escenario. A las 11 en punto empezó a tocar California Stars, una versión de Woody Guthrie. Impecable. Nos permitió volver a casa andando, la lluvía había cesado, y la luna llena asomaba sobre los tejados de los viejos caserones de la calle Segovia, la canción se nos repetía elevándonos hacia ese cielo, que aún tan negro, es nuestro cielo.


I'd like to rest my heavy head tonight
On a bed of California stars
I'd like to lay my weary bones tonight
On a bed of California stars

I'd love to feel your hand touching mine
And tell me why I must keep working on
Yes, I'd give my life to lay my head tonight
On a bed of California stars

I'd like to dream my troubles all away
On a bed of California stars
Jump up from my star bed and make another day
Underneath my California stars

They hang like grapes on vines that shine
And warm the lover's glass like friendly wine
So, I'd give this world
Just to dream a dream with you
On our bed of California stars

I'd like to rest my heavy head tonight
On a bed of California stars
I'd like to lay my weary bones tonight
On a bed of California stars

I'd love to feel your hand touching mine
And tell me why I must keep working on?
Yes, I'd give my life to lay my head tonight
On a bed of California stars

I'd like to dream my troubles all away
On a bed of California stars
Jump up from my star bed and make another day
Underneath my California stars

They hang like grapes on vines that shine
And warm the lover's glass like friendly wine
So, I'd give this world
Just to dream a dream with you
On our bed of California stars

Till, I'd give this world
Just to dream a dream with you
On our bed of California stars

lunes, 2 de febrero de 2015

Infancia y Confesiones




Cuando yo era más joven
(bueno, en realidad, será mejor decir
muy joven)
algunos años antes
de conoceros y
recién llegado a la ciudad,
a menudo pensaba en la vida.
Mi familia
era bastante rica y yo estudiante.

Mi infancia eran recuerdos de una casa
con escuela y despensa y llave en el ropero,
de cuando las familias
acomodadas,
como su nombre indica,
veraneaban infinitamente
en Villa Estefanía o en La Torre
del Mirador
y más allá continuaba el mundo
con senderos de grava y cenadores
rústicos, decorado de hortensias pomposas,
todo ligeramente egoísta y caduco.
Yo nací (perdonadme)
en la edad de la pérgola y el tenis.

La vida, sin embargo, tenía extraños límites
y lo que es más extraño: una cierta tendencia
retráctil.

Se contaban historias penosas,
inexplicables sucedidos
dónde no se sabía, caras tristes,
sótanos fríos como templos.
Algo sordo
perduraba a lo lejos
y era posible, lo decían en casa,
quedarse ciego de un escalofrío.

De mi pequeño reino afortunado
me quedó esta costumbre de calor
y una imposible propensión al mito.

Jaime Gil de Biedma

lunes, 26 de enero de 2015

En parte agua y en parte sal


Como un mar me presenté ante ti;
 en parte agua y en parte sal.
Lo que no se puede desunir
es lo que nos habrá de separar
en el día de la Gran Broma Final.

Hay quien creía que era
grande y fuerte nuestro amor,
y lo era igual que las Torres Gemelas
allá en Nueva York.

Y cuando sabes que algo puede ir mal
y estallará delante de ti;
cuando no es posible ser feliz
y te asustas como un animal,
es el día de la Gran Broma Final.

Cuando te griten con rabia
que tu amor entero fue una estafa
y tú protestes y no quede un alma allí para escuchar;
cuando ya no queden ritos,
suene un golpe seco y casi un grito
y digan: "Ya no te molestes, ya no hay nada que arreglar",
es el día de la Gran Broma Final.
Ya nada será igual
tras el día de la Gran Broma Final.

Nacho Vegas - La Gran Broma Final

jueves, 8 de enero de 2015

De vita beata - En el XXV aniversario de la muerte de JGB



En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y poca hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia.

Jaime Gil de Biedma (1966). 
Como homenaje en el 25 aniversario de su muerte


viernes, 19 de diciembre de 2014

2014 el año del Capitán Ahab



El año empezó con ese optimismo que solo tienen los incautos, pero cuando quise darme cuenta yo seguía bailando y hacia tiempo que no quedaba nadie en la calle. Hacia un frío intenso que removía las pocas hojas que quedaban en el suelo. En el horizonte un sol raquítico, no pude si no sentir mucho miedo.

Un miedo atroz que me consumió, que me devoró hasta dejarme tan perdido que no sabía volver a casa. Y eso me hizo volver a ti, al único hogar que he tenido. Volví como un vagabundo, con la ropa hecha jirones llamando a la puerta, pidiendo perdón y sin ser capaz de mirar a los ojos. Fui perdonado, volví a la felicidad de las noches eternas, y aquellos fueron sin lugar a duda los días más felices, mientras afuera el invierno se mezclaba con la primavera, las nieves perpetuas se retranqueaban y las glicineas nos daba esa ilusión del mañana.

Pero la tormenta llego en cuanto la primavera dobló la esquina, las camelias lucían coquetas su esplendor, los mismos síntomas, los mismos mareos que te devolvían a tus infiernos, como si una furia dentro de ti fuera dominándote hasta llegar a ese punto en que el vértigo es seguir haciendo lo mismo. Un vértigo que te consume, que te golpea sin descanso, que se apropia de ti y te bloquea. Un dolor intenso de cabeza donde lo único que puedes gritar es que por favor alguien pare el coche que necesitas bajarte.

Por entonces los días eran largos y las espigas lucían ya de un verde dorado, lo que no evitó que un silencio cubriese la bahía haciendo que mi larga lengua de mar lo invadiese todo. Fue el principio de mi tormento, que descendió cubriendo las montañas otra vez de un azul oscuro. Sin salvavidas,  sin un mísero cabo al que aferrarme, está vez no podía si no enfrentarme a mi propio monstruo, a mi propio yo. 

Milagrosamente Venecia salvó mi tormento, como único canal de comunicación con un mundo que me era ajeno, las conversaciones, nada de lo que sucedía a mi alrededor me afectaba. Venecia y la perspectiva de sus canales. Imaginaba góndolas atadas en un embarcadero de un palacio renacentista, con un pequeño vaivén que me permitía conciliar el sueño, aquello fue la morfina que templó mi sino. La perspectiva de que todo es temporal y relativo, y que con el tiempo podría curarme. Las olas no eran si no una forma de tranquilizarme mientras solo podía recordar lo sucedido.

Inesperadamente el otoño doblo esquina trayendo esperanza. Con las primeras lluvias conseguí volver a sonreír. Un equilibrio basado en el cariño y el reencuentro, que proporcionó paz a un espíritu completamente maldito. Instantes fugaces de completa felicidad, la droga más potente para un adicto al dolor. Me devolvió a mi nube, a aquellos días en que pensé que era inmortal, sin fantasmas ni reproches, siendo tan puro como efímero, saboreando hasta la última gota de un placer que no era ya mío.

Ahora veo que aquello no era si no un sueño, todo ha pasado y el año se deshace lentamente entre las ultimas nieblas, sin fuerzas para salir de esta vieja chimenea, viviendo entre las ruinas de mi inteligencia, sin ganas de abrazar la mundanidad. 

Encaré 2014 buscando la cuadratura del circulo y lo cierro habiendo sido derrotado en todas las batallas, pero por triste que sean estas líneas, tengo la intuición, desde la experiencia que da el fracaso, de que como el Capitán Ahab volveré a surcar con mi corazón de madera los mares.


lunes, 1 de diciembre de 2014

Problemas de geografía personal



Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo
con el frío de alguna palabra que no he dicho,
con un malentendido que temer,
ese hueco de torpe inexistencia
que a veces, gota a gota, se convierte
en desesperación.

Nunca se despedirme de ti, porque no soy
el viajero que cruza por la gente,
el que va de aeropuerto en aeropuerto
o el que mira los coches, en dirección contraria,
corriendo a la ciudad
en la que acabas de quedarte.

Nunca sé despedirme, porque soy
un ciego que tantea por el túnel
de tu mano y tus labios cuando dicen adiós,
un ciego que tropieza con los malentendidos
y con esas palabras
que no saben pronunciar.

Extrañado de amor,
nunca puedo alejarme de todo lo que eres.
En un hueco de torpe inexistencia,
me voy de mí
camino a la nada.

Luis García Montero