La
entrega a Sarkozy la semana pasada del Toisón de Oro me ha recordado a la
muerte del duque de Enghien. El toisón es la máxima distinción que pueden
entregar los monarcas españoles a titulo particular, es una dignidad de su
casa, personal de los reyes no del Estado Español. Me ha recordado por la entrega del toisón que hizo Carlos IV a Napoleón y por la falta de dignidad que conllevo aquella concesión
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Louis Antoine de Bourbon-Condé, duque de Enghien |
La
muerte del duque de Enghien es el punto
de inflexión en la carrera de Napoleón, la invasión de España y Rusia le condena como estratega, pero la
muerte del joven príncipe le convirtió en un tirano. La muerte es además el último acto del consulado, dos meses después Napoleón sería coronado emperador, con
este acto dramático se da punto y final y empieza el Imperio. A partir de ahí
para Napoleón no habrá limites, ya no era ese joven general que había llegado
para poner orden frente a la Revolución, ahora era el dueño y señor de Francia,
quería romper con el antiguo régimen y con la Revolución y así empezar su nueva
estirpe.
El
joven príncipe Enghien era hijo del duque
de Borbón y nieto del príncipe de
Condé, rama segundona de los Borbones descendientes de ese primer Condé que
vence a las tropas españolas en Rocroi en
1643, batalla en que los historiadores dan por terminada la hegemonía española
en Europa. El joven príncipe, era un héroe romántico, guapo, atractivo, mas
propio de una época renacentista que del siglo XIX, el príncipe de los borbones
con más solera, había combatido en los ejercitos realistas frente a la Revolución pero se había negado a tener parte en conspiraciones que implicaran
el asesinato.
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Chateau de Chantilly residencia del Principe de Condé |
Enghien
es arrestado en Ettenheim en marzo de 1804, en la
región de Baden, donde vivía haciendo la corte
a una dama y es trasladado a Vincennes donde tras un juicio sin garantías es
condenado a muerte y fusilado acusado de colaborar en conspiraciones para el asesinato de Napoleón. Con ese asesinato se extingue la línea de los Condé. Como reacción a esto Luis XVIII devuelve el Toisón a Carlos IV de España con la siguiente
nota:
“Señor y querido primo, no puede haber nada
en común entre mi persona y el gran criminal a quien la audacia y la fortuna
han puesto en un trono que ha sido manchado de forma bárbara con la sangre pura
de un Borbón, el duque de Enghien. La religión puede obligarme a perdonar a un
asesino; pero el tirano de mi pueblo debe ser siempre enemigo mío. La
providencia por motivos inexplicables puede condenarme a terminar mis días en
el exilio, pero ni mis contemporáneos ni la posteridad podrán decir nunca que,
en tiempos de adversidad, me he mostrado indigno de ocupar, hasta el último
suspiro, el trono de mis antepasados”
La responsabilidad de la muerte siempre
recayó en Napoleón, quien la acepto
hasta su muerte en Santa Elena, aunque sombras recayeron sobre Fouché, Cambacérès y
Talleyrand. Chateaubriand en sus
memorias dice que leyó una carta del puño de Talleyrand en la que dos días antes
anunciaba la detención de Enghien, Talleyrand
lo niega en su primera versión de sus memorias donde pasa por encima de este
episodio, luego en las segunda versión expresa que se debatió y que hizo lo que
debía de hacer como Ministro de Exteriores pero que no tuvo nada que ver en la
ejecución. Sus enemigos se lo achacaron a la pareja Talleyrand - Fouché.
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Charles Maurice de Talleyrand - Perigord |
No
hay evidencias fáciles, cada historiador tiene una visión diferente. Los que
apuntan la colaboración dicen que con este crimen consiguieron que Napoleón manchara sus manos de sangre como
estaban manchadas las de todos los que llevaban desde 1789 en la orgia de de la revolución. Por su parte Fouché
en sus memorias le atribuye la siguiente frase a Talleyrand "Ha sido peor que un crimen, ha sido un
error".
Una
anécdota que le encantaba contar a Balzac,
un crio por esa época, es que en la noche de la tragedia Talleyrand jugando a las cartas preguntó en mitad de la partida si
el duque de Borbón tenía otra hijo varón, a lo que los asistentes respondieron
que no, que como él sabia era el único heredero, a lo que Talleyrand respondió
que entonces la dinastía Conde había desaparecido. Tres días mas tarde organizó
una fiesta en Paris en el Ministerio de Asuntos Exteriores.