El purismo se podría definir como una filosofía de vida integral. Su origen es innato a la persona humana.
En la
cultura occidental de raíz cristiana se podría identificar su origen con la
vida antes del pecado original. Es a partir de ahí cuando el purismo surge al
intentar encontrar el estado último del ser humano en que todo empieza a cobrar
sentido, un volver a lo que nos perteneció. En la cultura oriental el origen es
distinto, está más unido a la meditación. Pero aunque encarado de manera
diferente es en el fondo una única filosofía.
El
purismo funciona en niveles, son niveles reflexivos que te permiten ascender,
esos niveles no están definidos y nadie es capaz de identificarlos, pero uno en
su lucha interior es perfectamente consciente de cuando ha superado uno de esos
niveles. Puede ser una puesta de sol, un libro, una ruina, un viaje, una
relación, una conversación o incluso una canción. Pero entonces te das cuenta
de que la rueda ha girado y que algo ha avanzado en tu cabeza.
El
purismo es universal, pero como todo en Europa tiene su parte de tradición que
se identifica con todo aquello que nos hizo, con nuestros errores y defectos,
ser la cultura hegemónica, la única que se pudo arrogar el concepto universal.
Aquí hay una catarata de conceptos que se entrelazan pero que en definitiva te hace contemplar y
reflejarte en la riqueza espiritual de los dos mil años que nos contemplan.
El purismo no es ambicioso, es un arte por sobrellevar la existencia, por comprender nuestra mortalidad a la vez que nuestro destino. Es un desprenderte de todo lo accesorio de este mundo habiéndolo entendido antes. Prescinde del decorado aun siendo parte de él. No lo necesita pero sabe reconocerlo. El purismo se basa en el disfrute de los detalles, en la exquisitez del momento frente a una avalancha de emociones.
En el purismo no hay jerarquías, es una lucha contra uno mismo en que la principal regla es que no te importa lo que la gente piensa de ti. Es un movimiento estrictamente individualista, que nace dentro de ti y que se contagia alrededor. Al puro la gente si no le quiere le respete e incluso admira.
El purismo no es ambicioso, es un arte por sobrellevar la existencia, por comprender nuestra mortalidad a la vez que nuestro destino. Es un desprenderte de todo lo accesorio de este mundo habiéndolo entendido antes. Prescinde del decorado aun siendo parte de él. No lo necesita pero sabe reconocerlo. El purismo se basa en el disfrute de los detalles, en la exquisitez del momento frente a una avalancha de emociones.
En el purismo no hay jerarquías, es una lucha contra uno mismo en que la principal regla es que no te importa lo que la gente piensa de ti. Es un movimiento estrictamente individualista, que nace dentro de ti y que se contagia alrededor. Al puro la gente si no le quiere le respete e incluso admira.
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